Adriana Guzmán. "La Prieta"

La obra abstracta de Adriana Guzmán, mejor conocida como La Prieta, apunta a dejar una parte de su pintura bajo el signo de lo oculto, puesto que le interesa despertar la curiosidad en el espectador por aquello que no se muestra evidente. Para la pintora, cada pieza realizada implica una parcialidad, ya que el resto lo pinta el observador por medio de su imaginación, completando así el todo. Asimismo, ella está consciente de que en función del estado de ánimo de las personas, será lo que miren. Por lo tanto, su propuesta plástica consiste en que su creación pictórica la termina quien la ve con detenimiento, ya sea un niño o un adulto, o también un conocedor o alguien poco familiarizado con el arte.
De tal modo, según la artista, el abstraccionismo es un proceso abierto, es decir, siempre guarda en sí mismo inmensas posibilidades de interpretación. Por ello, en una primera impresión podemos admirar ciertos colores, formas y figuras, pero al cabo de un tiempo descubriremos diferentes tonalidades, sombras, luces y contornos. En consecuencia, sus abstracciones nos remiten a mantener intactas las capacidades de asombro y de sorpresa. De manera variable surgirán realidades nuevas en sus composiciones, así como aconteceres inesperados por entre las pinceladas. A nosotros, como testigos de sus lienzos, nos toca echar mano en la sensibilidad que poseemos para descifrar sus significados. Sin duda, Prieta invita a participar en el dinamismo de su arte.
Esa cualidad activa, apreciable en su colorido, queda manifiesta en el diverso movimiento de sus brochazos, en apariencia intermitentes y lentos, pero expresionistas. Cabe destacar que, literalmente, sus manos se colorean de inspiración, inclusive, afirma que las grandes historias comienzan con un pincel entre los dedos. La autora, de tal suerte, vibra en sintonía con sus gamas cromáticas que suelen ser acorde a sus emociones, por ejemplo, tiene temporadas de neutros como grises, blancos o negros y otras ocasiones de intensos como rojos y azules. Sin embargo, una constante en su trabajo es la línea decisiva que marca el destino del cuadro, es discreta, generalmente.
Respecto de sus temas, aquellos van desde el amor carnal y pasional, los equinos, la naturaleza hasta los rostros. Estos últimos llaman la atención porque en su serie "Yo me convertí en tú" aborda dos ejes teóricos. El primero narra y describe el porqué cualquier cara transmite belleza y expresa hermosura, independientemente de su fisonomía y personalidad. El segundo hace referencia a la crisis de identidad, a la importancia de la autovaloración y a la postura frente a la otredad, ya que alude a cuando nos ponemos, simbólicamente, máscaras para ser aceptados por lo demás, ya sean familiares, allegados, amistades o desconocidos. Esa obsesión por agradar, al precio que sea, queda plasmada en sus telas. En definitiva, partiendo de su propia autenticidad, Prieta nos lleva a reflexionar acerca de no dejar de ser uno mismo para volverse el otro.
Adriana Cantoral
www.adrianalaprieta.com