Alejandra C. Safa
Published by Adriana Cantoral,
El amor abordado desde la interacción, la interconexión y la realización está presente en la obra de Alejandra C. Safa. De tal manera, podemos observar en sus telas corazones al rojo vivo que expanden, contraen y enredan sus tentáculos, cuales metáforas, latentes de pasión, deseo, necesidad, independencia, compañía y soledad. A veces éstos les cierran las puertas al cariño o al afecto, otras se las abren de par en par y en ocasiones simplemente buscan volar en libertad. Con alas o sin ellas expresan la naturalidad de sus emociones y sentimientos, por ello, flores, tallos, hojas, aves, pequeños seres y elementos simbolizan los motivos que los hacen palpitar sin cesar. La artista los plasma con el esplendor de sus movimientos, en su omnipresencia, detallando así, sus rasgos humanos y acentuando su energía vital. Sin duda, sus corazones dan y se rodean de vida. Asimismo, los colibríes, a la izquierda o a la derecha, son testigos de la fuerza y poder de las entrañas humanas, de la sangre colorida que emana de ellos y de los lazos que los unifican con las demás personas. Su ritmo orgánico nunca se repite, porque infinitas son las formas de sus cavidades musicales y la pintora retrata esas rojas melodías del alma.
Por otro lado, Alejandra C. Safa pinta a los insectos iluminados, en tonos agradables, en simetría, a la vez que llenos de armonía y belleza. Al parecer, dichas imágenes los alejan rotundamente de representaciones malignas, pues en este caso nos hablan de la fragilidad de la existencia, del delicado equilibrio del que depende la naturaleza entera y de la búsqueda estética en cualquier manifestación de vida, por insignificante que parezca. Por lo tanto, a partir de lo mínimo la creadora potencializa la capacidad de embelesamiento y respeto hacia un diminuto e indefenso ser. De modo semejante, los animales y los niños de sus lienzos nos observan con inocencia y plenitud hasta el grado de cerrar sus ojos. Los primeros los traza desdibujados, hermosos e ingenuos, mientras que los segundos en la placidez del sueño o bien, avanzando hacia un destino por delante con la ayuda de su imaginación. Cabe destacar que entre sus tiernos cabellos surgen imaginarios infantiles, universos fantásticos, entes mágicos, vivencias remotas, ilusiones genuinas, legados y tradiciones familiares, así como seres divinos o místicos. Por eso y más su arte es una interpretación abierta, al igual que simbólica, de la esencia humana.
Adriana Cantoral




