Alicia Antón

El influjo de la escuela oaxaqueña de pintura, el folklore y las artesanías de nuestro país se palpan en las obras de Alicia Antón. Bodegones, paisajes, seres de algarabías y personajes emotivos conforman su imaginario de colores, texturas y magia. Ese juego de formas, ya sean reales o imaginarias, son el punto de partida para emular el espíritu popular mexicano. Asimismo, lo expresivo y lo gestual se manifiestan en sus telas por medio de alegres e histriónicas caras. Las mezclas de trazos, tonos y figuras componen mundos lúdicos y relajados en los que es posible escuchar canciones, admirar trajes típicos, observar danzas y festivales, así como paladear los sabores de los pueblos mestizos.
Las flores y animales de sus lienzos contienen algo de gráfico e ilustrativo, pero también de manos artesanas que, entre la sencillez de la composición, acentúan la belleza de los protagonistas. De la misma manera, éstos pueden interpretarse como representaciones de estados infantiles en el sentido de que encierran pureza, ingenuidad, inocencia y ternura. Ciertamente, hay un dejo de estética primitiva y espontánea. Sin duda, ese México vivaz, colorido, musical, dinámico y carnavalesco está latente en sus cuadros. Al parecer, la artista se inspira en las tonalidades de sus mercados, en el bullicio de sus plazas públicas, en los exquisitos antojitos, en los delicados bordados, en la fina alfarería y en las demás artes de cada región.
En cuanto a sus abstracciones, éstas parten tanto de la naturaleza, en su carácter orgánico que constantemente transforma la vida, como de lo urbano que se nos presenta como fijo, inmutable e inalterable. En las primeras apreciamos escenas del campo, del mar y en especial esos característicos desordenes y vaivenes que expresa lo natural como parte inherente de sus ciclos y evoluciones. Del mismo modo, lo convulso y revuelto de las emociones y pasiones que están en la búsqueda de cualquier sosiego. Por el contrario, en sus ciudades abstractas rigen el orden, la constancia y la permanencia, no obstante albergan belleza. Aún más, algunas de sus creaciones entablan un lenguaje abstracto propio que solamente ella comprende a través del trabajo con la pintura, en sus diversas técnicas y materiales, en el repaso de las brochas y las espátulas, en los relieves logrados y en las luces y las sombras.
Adriana Cantoral