Ana Valdés
Published by Adriana Cantoral,
Con una línea que surge espontáneamente Ana Valdés traza rostros expresivos llenos de energía y entusiasmo. Éstos se distinguen por su personalidad juguetona y su actitud de no tomarse las cosas tan en serio. Por ello, sus gestualidades son trazadas sin esfuerzo, de modo natural y fluido. Cabe destacar que en ocasiones abstrae la cara completa, mientras que en otras juega con las facciones y los contornos. Realmente retrata cualquier, o ningún, estado de ánimo en los personajes. Asimismo, la fuerza y la vibración de sus tonalidades acentúa la sencillez de sus trazos, que se extienden hacia el infinito describiendo siluetas relajadas, giros imprevisibles y vueltas inesperadas. Sin duda, sus abstracciones son dibujos en los que no hay puntos, ni pausas, sino ritmos que se mueven con absoluta libertad por el transcurso de la vida. Son caminos continuos e irrepetibles en los que no es posible cambiar nada, ya que únicamente se pueden avanzar aceptando lo que vaya surgiendo.
De tal manera, sus manos van soltando emociones y expresiones que van conectando a los individuos en la colectividad. El resultado son una serie de caras curiosas, tanto en pintura como en escultura, que nos muestran sus rasgos más auténticos y simples. En ese sentido, cual psicoanalista, detalla cómo se manifiestan y comportan las diversas personalidades y las muchedumbres en conjunto. Por otro lado, sus retratos son también una colección de divertidas máscaras con vida propia, unas más realistas que otras, en continua alteración y transformación. Son como repeticiones de la misma cara en diferentes contextos, situaciones y circunstancias que finalmente terminan uniéndose por los lazos de la existencia.
Por lo tanto, sus caras deformadas, improvisadas, sin boceto previo, felices, sin preocupaciones y alegres se acercan mucho al estilo de la caricatura e ilustración, no obstante, conservan un sello propio. Ese prodigioso garigoleo que las define se vuelve, entonces, en un ir y venir rítmico de suave dinamismo que nos sugiere imágenes en movimiento de rostros anónimos. Sobra decir que su arte es una exploración facial constante, de sus formas y composiciones, en la que la autora se divierte creando simpáticas criaturas. Inclusive, su inventiva gráfica combina tanto garabatos personales como su propia versión de la realidad humana.
En definitiva, el minimalismo de sus obras, como refugio de lo cotidiano, se caracteriza por la originalidad, la imperfección y la simpleza de sus trazados que nos invitan a una intrigante búsqueda de rasgos humanos por entre sus rectas y curvas. Sin más, el rostro de la ficción, de lo gestual y del misterio se pierde y encuentra, con el mismo hilo conductor, en laberintos de miradas revueltas, de espirales estilizadas y demás mezclas de sensaciones de los sentidos. Sus creaciones, a todas luces, son sensuales, pues gozan de fascinantes líneas coloridas que fluyen en armonía hacia la eternidad.
Adriana Cantoral






