Arozarena de la Fuente
Published by Adriana Cantoral,
La obra de Ampi Arozarena y Elena De la Fuente va más allá de una simple pintura, escultura, artículo de interiorismo o pretexto decorativo, pues está pensada para interactuar y modificar su entorno. De esa forma, sus piezas se definen como instalaciones que intervienen en espacios específicos, transformándolos así en arte. Las artistas juegan y ensayan con la percepción del espectador, ya que de lejos proyectan ciertos contornos y siluetas, mientras que de cerca producen una sensación totalmente distinta, sin embargo ambas impresiones parten de la misma creación. Por lo tanto, el lugar, la disposición de los elementos, el conjunto y la posición del observador determinan y complementan la experiencia estética.
Para las autoras, las relaciones entre los componentes y el objeto artístico se basan en conceptos como multitud, unidad, otredad e individualidad. Ejemplo de ello son sus animales hechos con cabezas de alfileres, creaturas y escenas pintadas en libros antiguos, paisajes dibujados encima de boletos o papeles, seres marinos de cemento y arenas, árboles y ramas tallados en madera, flores y caracoles de cerámica, esculturas de resinas y barnices, frisos y relieves orgánicos y geométricos, habitantes del mar en pasta y minerales, placas de metal con pequeños hombres, personajes desempeñando profesiones, personas haciendo letras, plantas o imágenes, patrones naturales, figuras humanas destruidas o derretidas, acero simulando sombras y luces vegetales, follajes pegados a la pared, laberintos tridimensionales, móviles de hojas y chaquiras y un largo etcétera de ingeniosas composiciones, en cuanto a temáticas como a materiales se refiere.
Por supuesto que sus hormigas, de diversos colores, texturas y tamaños, están presentes. Estos diminutos seres representan la manera de conducirse en sociedad, las influencias de los demás en un miembro y viceversa, la convivencia en grupo, las actitudes de los integrantes del colectivo, así como sus correspondencias mutuas, dinámicas y fenómenos sociales. Sin duda, sus piezas materializan una idea entera, un proceso bien estructurado, una proyección tridimensional, un trabajo en equipo y una combinación de las nociones de soledad y compañía. Arozarena De la Fuente contrastan la fuerza y el poder de la comunidad respecto de la importancia y prevalencia de lo individual, que en medio de la masa de entes tiende a perderse y confundirse en el momento de mezclarse el yo con el ellos.
De cualquier y paradójica manera, en el todo está el uno y en el uno está el todo.
Adriana Cantoral




