Begoña Autrique
Published by Adriana Cantoral,
La colorida y vibrante luz de las obras de Begoña Autrique nos conduce por fascinantes siluetas que, a su vez, recorren caras humanas y contornos de animales. Llaman la atención los rasgos de estos personajes, ya que suelen proyectar distintas situaciones, gestualidades y emotividades. Asimismo, la textura irregular del soporte en el que son pintados les da un interesante efecto visual. En ese sentido, son plasmados al mero estilo expresionista naif en el cual destacan la característica paleta encendida y contrastada, la algarabía cálida de los elementos, los trazados arremolinados, las curvas espontáneas, las conexiones entre los rostros, el ingenioso principio y fin del dibujo, a la vez que la sencilla trayectoria de la composición que se va convirtiendo en un maravilloso flujo de diversas líneas.
Por lo tanto, los trazos se acercan y se alejan en sus lienzos, tanto en espirales como en sensuales vueltas, para ir describiendo a curiosas personas que cruzan miradas, palabras y sentimientos, ya sea en la máxima gesticulación caricaturizada, o, por el contrario, tornándose cada vez más abstractas. De cualquier modo, la alegría de sus piezas nos lleva jubilosamente palpitando por ritmos de fuertes tonalidades, gestos tribales, máscaras totémicas, reminiscencias artesanales y marcados dinamismos. Por otro lado, la artista nos detalla a sus seres anónimos como grafías ilegibles, multitudes alteradas, dualidades del ego, uniones de hombres y mujeres, partituras de músicas surrealistas o bien, imágenes estáticas bajo el ondular del agua.
De tal manera, sus criaturas de colores nos muestran una amplia gama de emociones, tanto colectivas como individuales, en una suerte de retratos del inconsciente en los que observamos diferentes arquetipos, estados de consciencia, formas de ser y facetas personales. A veces resultan ser pluralidades del mismo yo, mientras que otras simplemente se tratan de percepciones subjetivas del otro. En cualquier caso, todas se relacionan entre sí desde su naturaleza lúdica, puesto que siguen el mismo hilo conductor del espíritu, ya sea jugando con sus rasgos faciales al desorbitar sus ojos, hacer muecas con la boca y abatir los brazos con exageración, o presentándose como simpáticas caretas de una fiesta popular.
Sin duda, sus pinceles persiguen la eternidad del gozo, haciendo piruetas y volteretas de aquí a allá y por doquier. Se divierten transitando y deteniéndose por el camino de la abstracción juguetona que está lleno de libertad pictórica y creatividad ilimitada. Por ende, el arte de Begoña Autrique ilumina la tela de felicidad, gracia y autenticidad.
Adriana Cantoral





