Belén Berdeja
Published by Adriana Cantoral,
Las mujeres de Belén Berdeja fungen como ninfas o seres mitológicos rebeladas por no apegarse a los estereotipos femeninos impuestos, un claro ejemplo es que no tienen largos y cuidados cabellos y no porque no lo deseen o porque sean menos femeninas, sino debido a que se conectan con su esencia desde otros lugares emocionales y psicológicos, los cuales se reflejan en la postura de su rostro, sus gestos faciales y su mirada. De hecho, sus caras revelan un sinnúmero de dicotomías y contradicciones existenciales. Sin duda, cada una atrapa y seduce al espectador de una manera especial y particular. Y justamente, la belleza es un tema capital para la autora, ya que se trata de una característica libre, al igual que sus trazos expresionistas, que no depende de nada ni nadie más. Por lo tanto, el que las féminas sean bellas reside en su naturaleza misma, pero más aún, en su espíritu de transgresión. Entre más rompen con los artificios y prejuicios establecidos en torno a su persona, más reales y hermosas son.
Cabe destacar que la creadora se inspira en la obra de Klimt, que a todas luces describe la hermosura íntima y la sensualidad de la mujer, a la vez que la de Schiele, con una estética cruda, expuesta y sexual. Por ello, tomando como referentes de lo bello a estos dos pintores, la artista nos transmite, entre pinceladas, que sus protagonistas son mucho más que una simple percepción física, nos parezcan deleitantes o no. Su discurso pictórico nos habla del enfrentamiento entre la apariencia y la convicción del ser femenino. La primera es más bien superficial y accesoria, mientras que la segunda es profunda y proviene del alma. Para ilustrar lo anterior, basta con observar las flores que en mayor o menor medida invaden a la mujer, ya sea para llenarla de armonía vacía por medio de un proceso hacia el exterior o bien, ayudarla a aceptarse a sí misma tal cual es a través de la introspección.
En consecuencia, las mujeres que retrata la pintora están tratando de mostrar su total vulnerabilidad. A veces lo consiguen, a veces no. No es un camino sencillo. Viven una transformación intensa y arriesgada que se palpa en los colores y texturas de su carne, así como en el dinamismo que las rodea. No son meras muñecas preciosas, al contrario, son seres que han librado una y mil batallas para estar más plenas. Al mirar sus cuadros con detenimiento podemos percatarnos que ellas transpiran, desde su interior, una ansiedad por cambiar y encontrarse consigo mismas. La rica gestualidad de su piel y de sus ojos hipnotizantes nos lo dicen todo. Por ende, la propuesta plástica de Belén nos deja reflexionando en que sí es posible aceptar, sin más, sin excusas, ni pretextos, a la auténtica feminidad, que a su vez conlleva a la verdadera belleza. Así de sencillo y de complicado.
Adriana Cantoral




