Claudia Duarte
Published by Adriana Cantoral,
Desde fondos de papel de tiempos memoriales emergen las figuras de Claudia Duarte. Notas curiosas, noticias de antaño e ilustraciones de época en sepia y negro aparecen en lo remoto de sus obras. Los textos pretéritos vuelven al momento presente para narrarnos sus historias, para contarnos sus relatos. La artista es pues, una amante de las antigüedades y, en especial, de todo aquello que tenga que ver con el pasado. Entre páginas de periódico viejo adecúa su paleta de colores y comienza a crear pequeños seres naturales, personajes y múltiples elementos artificiales hasta conseguir una composición armónica. La combinación de los diarios desgastados, las tonalidades más bien suaves y la atención en los pormenores conforman una estética vintage y de buen gusto. Ese aire retro, sin duda, nos llena de recuerdos y anécdotas de nuestros antepasados, con una lejana tranquilidad, de añoranzas y nostalgias por el ayer. Asimismo, de una necesidad de honrar la vida de hoy.
En sus cuadros llaman la atención sus variados objetos, tales como flores, libélulas, letras, números, esténciles, bordados, símbolos espirituales, corazones… y a lo lejos iconografías de modas pasadas, publicidad femenina anticuada, fotografías en blanco y negro o un cúmulo de palabras alineadas horizontal o verticalmente. Por ello, sus creaciones integran lo neutral con lo colorido, lo serio con lo animado, lo gráfico con lo plástico, pero, en especial, distintos mensajes atemporales intercalados con el aquí y el ahora. La temporalidad, entonces, desempeña un rol fundamental en sus piezas, ya que se presenta en diferentes ritmos e intervalos. A veces se manifiesta en escritos obsoletos, otras en algarabías florales. De tal forma, sus árboles se erigen entre diversos contextos históricos, anuncios y agradables tonos que ilustran a la naturaleza, desde la hojarasca hasta los insectos revoloteando.
Su arte está hecho para observarse con paciencia, para detener la mirada en cada aspecto y rincón de la tela. De igual manera, sus corazones repletos de vida palpitan al compás de sus colores, pétalos y entes místicos que los habitan. Éstos, se tratan de centros que expresan los latidos del alma, música etérea, y donde confluyen, incansablemente, un sinnúmero de sentimientos y emociones por segundo. La pintora los representa como espacios que originan y perpetúan el flujo del amor hacia cualquier dirección. Por último, sus mujeres con sus cabelleras extendidas y sus facciones sutiles nos hablan de lo femenino en su sentido más puro y noble. Ellas describen la fertilidad, la maternidad, la crianza, la expresión libre de sus sentires y ánimos, la eterna búsqueda de la belleza, el verse y sentirse a gusto consigo mismas, el arreglo de su entorno en cada mínimo detalle, la creatividad de sus intuiciones, así como la sensibilidad para reflejarse en la tela y retratarse con los pinceles.
Adriana Cantoral




