Cristian Armenta

La obra de Cristian Armenta podría describirse como aventurera, ya que comprende diversas técnicas. Tal es el caso de acuarelas, experimentos con alcohol, gasolina y demás materiales industriales. Asimismo, sus estilos abarcan desde dibujos, lo figurativo, collages y composiciones accidentales hasta abstracciones lúdicas, ya sean expresionistas, naif o semi geométricas. Cabe destacar que la manifestación de un carácter acuoso o diluido es explícito en sus óleos y acrílicos. De esa manera observamos zonas de la tela con deslavados o degradados intencionales que contrastan con la pintura en estado puro. Esos efectos visuales proporcionan al lienzo armónicas luces y sombras inspiradas en los dejos de humedad en la naturaleza.
Capa tras capa podemos seguir de cerca el proceso creativo del artista, las reacciones de los componentes, las combinaciones de amarillos, azules, rojos y sus colores derivados, así como el encuentro de formas indefinidas y de contornos no intencionales, que simplemente suceden y se colorean entre sí. El autor no busca dibujar ni figurar nada en sus piezas, más bien emula, con atractivas tonalidades, el dinámico flujo del agua, de la vida. Sin embargo, esos movimientos naturales presentan alteraciones, cambios repentinos y pausas, de ahí su abstracción reflexiva, que nos lleva a pensar el cuadro como un área donde surge tanto lo predecible como lo inesperado.
Ese aspecto sorpresivo de su arte se manifiesta con mayor fuerza en su expresionismo, completamente gestual, el cual incluye ciertos retratos vertiginosos con paletas más oscuras. También apreciamos la recreación de personajes coloridos, en apariencia planos, con la cabeza inclinada, con partes delineadas y otras a medio definir, pero de sobra expresivos y con rasgos exagerados. Éstos se sitúan en toda la superficie pictórica, acercándose más hacia la ilustración. Sus inquietantes e incomprensibles colores son reflejos de su alma, de sus estados de ansiedad, angustia, incertidumbre, felicidad, armonía, paz y un sinfín de emociones más que se quedan plasmadas en la obra.
Regresando a su expresionismo abstracto, hallamos ingeniosas mezclas de caos y orden, es decir, estéticos equilibrios retacados de siluetas con reminiscencias infantiles, patrones de líneas curvas, cuadradas o amorfas y una paleta delirante. Sin duda, el creador no deja un solo espacio de nuestro imaginario expresionista vacío. Lo irregular, lo infrecuente, a la vez que lo constante y lo permanente, conviven en su obra. A veces con variados elementos matéricos, como papeles, telas y demás objetos, otras con abstracciones desafiantes e ilógicas y otras más con figuras desiguales que nos parecen conocidas y, no obstante no lo son. De cualquier modo, sus creaciones nos asombran y conectan con nuestro yo inconsciente.
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Adriana Cantoral