Cristina Villarreal
Published by Adriana Cantoral,
Las obras de Cristina Villarreal nos abren el panorama visual hacia aquellas realidades que no podemos ver a simple vista, pero que de alguna manera aguardan a ser descubiertas por la abstracción lírica y colorida. De tal modo, en sus lienzos observamos espectros de luces y sombras que se estiran hasta la infinitud cromática. Esas tensiones dan lugar a composiciones de rectas tanto horizontales como verticales que, sin duda, acentúan y encierran la fuerza de sus trazos. Asimismo, el arrastre de sus brochas es contundente en cuanto a gestualidades, texturas, relieves y formas se refiere, pues estas parecen deslizarse con determinación y con la firme intención de extenderse más allá de los límites de la tela.
Entre sus tonalidades destacan las que emergen de lo más recóndito de la tierra, del agua, del aire, así como las que el alma reconoce en lo más profundo de su ser. De tal suerte, sus claridades y oscuridades se interceptan, congenian y fluyen conformando interesantes combinaciones de colores. Justamente esas mezclas le confieren a sus piezas una serie de atmósferas cálidas, vaporosas, a la vez que sensaciones etéreas de paisajes lejanos. Tal cual auroras boreales, océanos distantes, cascadas imponentes, al igual que los efectos visuales de amaneceres y atardeceres abstraídos. En ese sentido, la artista describe con el pincel todo aquello que nos resulta impalpable y remoto adentrándonos en la entrañable densidad de la pintura.
En cuanto a sus temas primaverales, estos gozan de cuantiosas armonías orgánicas en figuras, volúmenes, contornos y siluetas coloridos, ya que contienen un sinfín de alusiones a la naturaleza en las que las flores encarnan la sensualidad, la voluptuosidad y la belleza. Cabe mencionar que esa exuberancia de su paleta hace vibrar y estremecerse a rosas, lilas, morados, rojos, verdes, azules, ocres, blancos y demás en agradables ritmos que van transformando el dinamismo, cada vez más, en color y composición. Realmente la vida, en su máxima expresión, con el poder de manifestar sus múltiples detalles y movimientos, inhala y exhala con vivacidad a través de los pétalos, las hojas y los tallos. Como si de una magna celebración a la existencia se tratase.
Por lo tanto, sus cuadros son para detener la vista, penetrar en la materia pictórica y respirarla por dentro. Evidentemente se recrean en un maravilloso expresionismo festivo y jubiloso que solo sabe de abstracciones coloreadas que ascienden y descienden por el soporte, al mismo tiempo que de figuraciones esplendorosas sobre la esencia de lo vivo.
Adriana Cantoral






