Cynthia Zenteno

La pincelada de Cynthia Zenteno se demora en una figuración narrativa, se suspende en un estado reflexivo y fluye hacia lo contemplativo. De tal manera, podemos apreciar los detalles y pormenores de cada uno de sus personajes, así como las historias, anécdotas y relatos que guardan tras de sí. Ciertamente, la artista pinta de forma pausada, metódica, deteniéndose en las cualidades descriptivas y colorísticas de los pinceles. De hecho, la combinación y, en especial, la complementación de los colores, hacen de sus obras agradables y armónicas piezas pictóricas en las que apreciamos desde animales, naturalezas hasta personas.

En sus retratos destacan la tersura y suavidad de la piel, la ligereza y textura de la vestimenta, las expresiones faciales serenas y sinceras, a la vez que una iluminación blanca peculiar. Por lo tanto, su búsqueda estética se aparta del realismo y por supuesto del hiperrealismo, ya que la pintora pretende mostrarnos de modo evidente y visible la belleza de los protagonistas de sus cuadros. Ya sean desde rostros de felinos en actitud fija y pasiva, casi humana, el perfil de un hombre del campo pensativo y meditativo, la cara de otro observándonos con atención y de cerca, caballos coloridos, elefantes pendientes de su entorno, escenas eróticas en medio de abstracciones, hasta unas jugosas y apetitosas frutas. En todos ellos destaca lo liso de la tela, lo plano de lienzo, y lo parejo de la pintura.

Asimismo, la vibración de los tonos, los contrastes, la verde mirada femenina con fondo rosa, su delicado gesto de mujer, las flores radiantes entre la oscuridad, la experimentación con diversos materiales, los ensayos abstractos con espátula, la mezcla de tonalidades frías y cálidas con neutras, al igual que la manifestación plástica de emociones y sentimientos hacen de sus composiciones cuentos cromáticos en los que, por ejemplo, es posible que una bailarina dance al compás de alegres y coloreados edificios, mientras que las nubes y el viento sean tan dinámicos y gráciles como sus movimientos. Por otro lado, en sus paisajes, los colores de los árboles, la hierba, el cielo, el mar y demás elementos naturales se escapan de la figuración hacia lo mágico y fantástico de manera sutil.

Sin duda, su arte nos habla de la fuerza tanto interna como externa, de la entereza para afrontar la adversidad, de lo femenino, delicado y sensual, de la serenidad ante la vida, de la capacidad para poner límites e imponerse ante los demás y de la visión a futuro honrando la memoria familiar.

Adriana Cantoral