Elvira Flores

La pintura de Elvira Flores supera a la realidad objetiva, ya que irradia diversas emociones y articula su propio lenguaje abstracto; con sus enunciados y oraciones. Mediante éste, la artista busca la manera de transmitir al espectador lo que sucede en su interior. El color vibrante es su palabra, pues a través del dorado, carmín, azul, blanco, guinda y ocre nos habla de sus indagaciones en el vasto universo de la no figuración. Su discurso consiste entonces en lo que se percibe, en una primera impresión, sobre la obra y lo que ésta tiene que decirnos después de un tiempo de observación. Está ahí dispuesta para ser leída con el alma, descifrada sin el uso de la razón y comprendida desde el corazón.
Por lo tanto, en sus lienzos hallamos diferentes significados emotivos. La pintora relaciona y conjuga la luz con la sombra, la saturación con lo neutro y la pincelada con el trazo. Su arte es puro en el sentido de que se rebela contra lo mimético, así como con aquello que describe fielmente a la realidad. Está relatado en versos gestuales, con rimas cromáticas y atmósferas poéticas, a la vez que narrado en capas superpuestas de varios tonos. Sin duda, Elvira crea un idioma metafórico que no es inteligible para los límites de la mente, pero sí para la infinita capacidad del espíritu humano. Ella se sitúa en el arduo camino de componer una y otra vez hasta conseguir abstraer la totalidad de lo que yace encima de la tela.
Adriana Cantoral