Emilia Chaillo, los signos del espíritu
Published by Adriana Cantoral,
La obra de Emilia Chaillo es una invitación de cerca a lo espiritual del ser. Sus texturas nos ponen en contacto con los relieves del alma. Las llaves señalan la libertad y las jaulas abren sus alas para volar. En la pintura de Emilia no solo se aprecia el óleo, sino también el acrílico oculto hasta el final. La artista recurre a elementos antiguos por la perduración de su significado a lo largo del tiempo.
Los tonos fríos morados recrean atmósferas místicas de elevación. Ella afirma que los colores incansablemente deben ser brillantes y combinados, y de ese modo obtiene matices llamativos y frescos. Sus azules se unen con rosas, lilas, violetas y púrpuras para conseguir capas cromáticas que atrapan la luminosidad.
El blanco mezclado es otra constante en sus trabajos. Éste infunde espesor en el colorido a la vez que lo ilumina. Se podría decir que la luz viaja libremente por todo el cuadro. Los fondos de Emilia representan la esencia de la composición y suelen ser abstractos y elaborados, con figuras grandes sobrepuestas. Hay ritmo también, muy íntimo para amplificar las formas que vienen después.
La pintora agrega textos de antaño sin sentido, como si hubiera que depurar los discursos vacíos y reiterativos para sanar la conciencia y acceder a la divinidad. Ella sostiene que las palabras egoístas y destructivas alteran la armonía íntima. Otro elemento curativo es la paz que permea la tela vista desde lejos. Es una tranquilidad que se irradia hacia el exterior entrando por la vista del observador.
Asimismo, los espacios abiertos, los mares infinitos y los cielos eternos son frecuentes en sus creaciones. Emilia expresa por medio de las libélulas la soltura ante la vida y el saber presentarse en el momento preciso. La agilidad de sus alas rompe con la esclavitud de la mente, el cuerpo y el alma. Son seres independientes y etéreos.
Los símbolos universales se plasman como objetos inmediatos a la vista y aumentados en su tamaño real. La claridad de su contenido es casi palpable con los sentidos, de un solo vistazo se entiende lo que nos quieren transmitir. La quietud de sus contornos nos introduce en un estado de reflexión consciente e inconsciente, le habla a lo más profundo de nuestro ser.
Contrariamente a lo que se cree, las imágenes inmóviles de Emilia irradian una exención absoluta de límites. Al contemplar su obra el espíritu se extiende por todo el espacio y el tiempo para alcanzar la calma total de los sentimientos y las emociones. Esa es la intención de la creadora, transportarnos a la luz interna de cada uno.
Adriana Cantoral

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