Ernesto Ibáñez
Published by Adriana Cantoral,
El bestiario de Ernesto Ibáñez está compuesto por creaturas que en un principio fueron hechas de madera y cartón, sin embargo con el paso del tiempo se transformaron al acero. De ese modo, se constituyen de finas, pequeñas y alargadas partículas que recubren la mayor parte de su cuerpo. Sus posturas y formas nos despiertan una gracia y simpatía especiales. Incluso, nos recuerdan a ciertos personajes de la niñez. Con todo, el artista busca en sus esculturas poner de relieve, literalmente, el pelaje, plumaje o espesor similar a una textura y apariencia de peluche, pero con terminaciones puntiagudas. Contrario a lo que se podría pensar, sus obras nos invitan al tacto, a esa fría sensación medieval del metal expuesto, como la carne, asimismo a disfrutar del dinamismo sutil de los clavos que le brindan una personalidad a cada pieza.
Ese imaginario animal llevado a la realidad escultórica tiene un correlato en su pintura, ya que el autor plasma en colores los orígenes de aquellos seres picudos, grises y plateados, es decir, sus correspondencias prismáticas en la tela, tal cual sus picos y fauces. Cabe destacar que tanto sus bestias como sus lienzos evolucionan hacia lo abstracto. Por lo tanto, observamos idearios de geometrías coloridas suspendidas en el espacio que se mueven en varias direcciones y otorgan vida, energía, orden y volumen a los pequeños monstruos. De manera paralela y con otros trazos y pinceladas, recrea cosmogonías en galaxias y estrellas lejanas, mitos en latitudes orientales y ciudades, así como fábulas con objetos hiperrealistas y retratos.
Adriana Cantoral




