Eugenia Ferreiro

La estética de otras épocas se hace presente en varias de las obras de Eugenia Ferreiro. La pintora trata de recuperar una apariencia que en su momento fue nueva, un aspecto bien conservado de algo que surgió en el ayer. Por ello, más que centrarse en el paso del tiempo o en el deterioro de las cosas, fija su mirada en la belleza vetusta que, no obstante, lo sigue siendo por más remota que sea. De tal modo, con tonos grises, morados y turquesas saca a relucir aquellas imágenes e iconografías del pasado. Quizás ese gusto se deba a que procede de un linaje con diversas generaciones de artistas o bien, a que posee una inclinación innata por lo antiguo.

Por otro lado, en sus coloridas abstracciones expresa tanto estados de alegría y felicidad como de resistencia y fortaleza. Ella considera que ha tenido que luchar arduamente por mantener su libertad e individualidad y, por lo tanto, en sus piezas podemos apreciar esos retos, esfuerzos y batallas internas para lograrlo. El arte para Eugenia Ferreiro es una suerte de escape reconfortador, un refugio de salvación y un faro esperanzador en el horizonte. Es también un tipo de terapia para el alma que le muestra un rumbo a su vida. De esa manera, es posible vislumbrar por entre sus pinceladas, brochazos, contornos y figuras los procesos de emancipación que ha ido atravesando.

Las gamas de la autora nos hablan en voz alta, pero de una forma agradable. Hacen un cierto escándalo visual que al final nos resulta armónico. Hay distintas intenciones en su paleta que van desde la exploración de los rojos y naranjas, pasando por los sepias, dorados y ocres hasta llegar al conocimiento de los cafés, tierras y negros. Asimismo, Eugenia es una creadora que sabe de combinaciones y mezclas de tonalidades, ya que debajo de sus blancos conviven múltiples rosas, amarillos y azules. En ese sentido, sus temas y personajes simplemente acompañan a la espléndida composición de trazos y colores. Éstos pueden ser ruedas, insectos, objetos de uso cotidiano, símbolos universales, referentes e íconos de la cultura pop, etcétera.

Existen algunas reminiscencias naif en sus cuadros, ecos de esas algarabías multicolores que se mueven de aquí para allá. En sus telas tintinean las diferentes capas cromáticas. Resuenan sus vibraciones en nuestros ojos. Sus figuras humanas surgen de la luz coloreada en sus lienzos. Se nos presentan cara a cara. Sus frases eternas se conjugan y entablan diálogos interminables con sus lenguajes abstractos. Aunado a eso, se puede seguir de cerca, en su obra, el impulso creativo que cada vez va cobrando mayor fuerza, tal cual lo vemos en sus ingeniosas bicicletas. Éstas se encuentran siempre en movimiento porque representan el metafórico avance y dinamismo de la vida.

Adriana Cantoral