Evelyn Cohen
Published by Adriana Cantoral,
El lirismo de las pinceladas de Evelyn Cohen es tan diverso como estilos musicales existen. En ocasiones la pintora retrata sensuales instrumentos redondos que tocan músicas pasionales, nostálgicas, inspiracionales y vivaces. De sus cuerdas emanan profundos azules, rojos y ocres. A veces insinúa, con trazos, sus formas y siluetas en medio de la abstracción. Otras más detalla a los intérpretes o cantantes como personajes abstractos vibrando al unísono de sus chelos, guitarras, violines, saxos, trompetas, flautas, tambores, timbales, percusiones, teclados, partituras y más. Inclusive sus cuerpos y expresiones siguen el compás de las melodías que ejecutan y bailan. Se mueven al ritmo de la canción. Sin duda, voces, tonos, notas, composiciones y sones se manifiestan en sus líricas telas, las cuales poseen influencias de Miguel Covarrubias, Picasso, Aceves Navarro, entre otros.
Por otro lado, su versatilidad artística le permite trabajar con la fuerza tonal del negro, blanco y rosado logrando así un atenuado claroscuro con poderosos matices grises y marcados relieves que describen de cerca a la flora nocturna. Hojas, flores, ramas, pétalos y tallos dan cuenta de esa misteriosa vida que subsiste y respira durante la noche. Asimismo, la artista se aventura en el juego libre de texturas, figuras, colores, líneas, manchas, combinaciones, mezclas, armonías y demás elementos pictóricos.
El espíritu del judaísmo está latente en sus lienzos, pero como una filosofía y una doctrina de vida. El tema de la familia es también un eje fundamental en sus creaciones, ya que se centra en el sentido de pertenencia, apoyo mutuo, sistema de valores y, en especial, en la conformación e integración de un clan que atraviesa por toda clase de lazos humanos y vínculos afectivos. Eso la lleva a abstraer, de alguna manera, conceptos como amor fraternal, relaciones filiales, maternidad, paternidad, entre otros. De hecho, en su abstraccionismo plasma nociones filosóficas como el ser del tiempo, el origen, el principio, la justicia, lo gregario, la migración, el estar en el mundo, la auto observación, la mirada del otro, la intuición, la infinitud y el alma.
Sus simpáticas, caricaturescas y cromáticas bicicletas nos muestran que la autora disfruta y se enfoca más bien en el proceso lúdico creativo que en el resultado estético. Accede a su yo más elemental, experimental, básico y sencillo por medio de diferentes materiales, técnicas, corrientes, emociones y sentimientos. De ese modo, se interna, pedaleando con sus pinceles, dentro del bastidor sin preocuparse por cómo será el final de la obra. Fluye en el cuadro por entre amarillos, carmines, celestes, luces y sombras.
Adriana Cantoral




