Fernanda Rivero

Las flores de Fernanda Rivero nos provocan emociones desde un lenguaje que les es propio. Éstas representan estados del espíritu que surgen de la visión interior de la autora. Las corolas coloridas, por ejemplo, aluden a sentimientos intensos… su posición en el espacio, a la libertad y su apertura a la autonomía. Inclusive, existen sobre un fondo neutro para mostrarnos la riqueza de su gestualidad. Asimismo, están cargadas de vitalidad y espontaneidad. No hay en ellas sombras remarcadas ni oscuridades. Al parecer, son una fuente inagotable de inspiración para la artista, que con suma creatividad, las dispone parcialmente abiertas, a la vez que agita un poco sus tallos con la ayuda de los pinceles.
Por lo tanto, las flores de la pintora poseen un dinamismo característico. Sus movimientos son de índole animal, casi humanos. Podemos percibir un cierto aleteo de sus pétalos como si éstos quisieran desprenderse para emprender el vuelo. Pero Fernanda los sostiene e inmortaliza en la tela, al igual que la mariposa que no abandona el néctar y solo se une a los pistilos con sus pequeñas extremidades. Esa exaltación de la naturaleza que plasma la creadora nos remite al postulado expresionista que apuntaba que había que soltar lo pasional, aquello que provenía de la sensibilidad independientemente de los razonamientos del entendimiento. Y así, en sus obras es evidente el aleteo entre lo natural y lo sensible.
Las composiciones de Fernanda nos hablan entonces, de alegorías, ideas y sobre todo, catarsis. Guardan y muestran diversos estados de ánimo que van materializándose con el trazado y escurrido de la pintura. Del mismo modo, su paleta está en armonía con su discurso, es decir, que las formas, figuras, siluetas y contornos se corresponden con cada tono y matiz presentes en el lienzo. Alrededor de las flores hay campos de color que simbolizan la fuerza de éstas, no obstante, su personalidad lúdica, ingeniosa y protagónica. Por ello, los trazos de la autora son expandidos y extendidos por la superficie pictórica. Como si quisieran abarcarlo todo.
En definitiva, las flores de Fernanda no son estáticas. Su esencia se halla en constante configuración. Algunas de sus partes se encuentran detalladas, sin embargo, otras no, únicamente se forman a partir del vaivén cromático y del lirismo de las pinceladas. Su estilo expresionista abstracto obedece a sus propias experiencias de vida, tanto personales como estéticas. De tal suerte, la flor encarna en sus obras a un personaje que padece, siente, piensa, recuerda, desea y sueña, al mismo tiempo que expulsa, grita, revela y explota. Se muestra vulnerable, pero enérgico. Sin duda, podría tratarse de un original autorretrato polifacético.
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Adriana Cantoral