Fernando Castellanos. Cronista plástico de México.


“Al pueblo solo se le capta a través de las alegorías"
Carlos Monsiváis
El maestro Fernando Castellanos Centurión (Puebla, 1937) es un artista visual de extensa trayectoria. Con apenas 14 años de edad vendió una obra al reconocido fotógrafo Juan Crisóstomo Méndez lo cual marcó el inicio de una fructífera carrera. Su padre, Don Juan Castellanos, fue de la misma manera un notable artista y fundador, junto con otros, del famoso “barrio del artista" así como amigo cercano de Diego Rivera y Frida Kahlo. Siendo muy pequeño, el maestro acogió las enseñanzas artísticas de su papá en la Academia de Bellas Artes de Puebla. Sin duda, la Escuela Mexicana de Pintura influyó notoriamente en su trabajo. La versatilidad de sus creaciones abarca diversos estilos, técnicas y temas que van desde su reconocida serie del Quijote de la Mancha hasta ingeniosas gráficas. No obstante, el costumbrismo urbano y cotidiano del México de los años cuarenta y cincuenta ha marcado buena parte de su quehacer pictórico. En varias de sus escenas se respira, se oye, se siente y se disfruta el humor de sus seres caricaturizados. Él mismo, destaca su inspiración en la cultura popular del centro del país, sus recuerdos de infancia, la simpática familia Burrón, las historietas, cómics, el cine, las letras de Chava Flores, entre otros.
Vecindades, pulquerías, calles, habitaciones humildes, peluquerías, misceláneas de pueblo, plazas, transportes públicos y más sitios conforman el imaginario plástico de Fernando Castellanos, lugares que igualmente fueron retomados por el historietista e ilustrador Gabriel Vargas. Al respecto, Carlos Monsiváis afirmaba que la familia Burrón intentaba describir la vida familiar y el contexto sociológico del mexicano pobre a la vez que incitaba a la crítica social en silencio. El filósofo decía que Vargas logró representar los pormenores y penurias de los de “abajo", el hacinamiento en el que vivían, la solidaridad que tenían entre ellos, sus discursos, sus ideales y sus tradiciones. Lo consideraba pues, un grandioso cronista de la ciudad de la primera mitad del siglo XX, de la idiosincrasia de sus habitantes. Siguiendo con el paralelismo entre nuestro autor y el caricaturista, el primero plasma en sus telas la modestia de los personajes y su psique de una forma ingeniosa, mientras que el segundo recurre a los relatos para ilustrarnos. Ambos reviven con pura imaginación y remembranzas sus característicos escenarios austeros, pero con abundantes detalles, en un caso visuales, en el otro narrativos, que nos arraigan con nostalgia a ese México que se fue.
Cabe destacar que las piezas de Fernando Castellanos se distinguen por su bien logrado dibujo, sus colores definidos y el manejo de la perspectiva curvilínea que nos remonta a las fotografías tomadas con gran angular, las cuales abarcaban la totalidad de la escena. De tal suerte que las esquinas redondeadas crean un efecto rítmico, armónico y simpático en sus composiciones. Su paleta conserva una vasta correspondencia respecto de las realidades que pinta, puesto que refleja las tonalidades propias del ideario de la época. Sus cuadros nos provocan empatía con los protagonistas, a la vez que una comprensión profunda de la sátira y picardía que guardan. Por supuesto, el pintor es una suerte de monero contemporáneo que escribe con los pinceles, lienzo a lienzo, la historia de muchos mexicanos. En palabras del también artista plástico Ramiro Fernández, el maestro a través de sus obras “nos hace escuchar la jerga poblana, observar las antiguas actividades comerciales y familiares, oír los pregones callejeros y la algarabía de los niños jugando en los patios coloniales del centro histórico…sin olvidar los ruidos de las herramientas de trabajo de oficios extintos y las conversaciones del ayer. Fernando Castellanos es el historiador plástico, el cronista de la conciencia social de un periodo de tiempo".
Adriana Cantoral