Gabriela Sánchez
Published by Adriana Cantoral,
"Dejé los bosques por una razón tan buena
como la que tuve para ir a ellos.
Tal vez me pareció que tenía varias otras vidas que vivir,
y no podía emplear más tiempo en esa".
Henry David Thoreau
"Vida en los bosques"
Los procesos naturales, como el paso de una estación a otra, y los devenires existenciales, como la evolución de un sentimiento a otro, son una constante en la obra de Gabriela Sánchez. A la pintora le interesa expresar los cambios paulatinos del ser por medio de composiciones con semillas, raíces, troncos, hojarasca, etcétera, que conforman un follaje pictórico de puras emociones y sensaciones. La analogía entre la transición del invierno a la primavera y el desarrollo anímico de la persona la hizo penetrar en lo más profundo del alma de los árboles, como si estos sintieran a consciencia y deliberaran el futuro. Por eso, los ciclos de las plantas, tienen un correlato en sus cuadros, puesto que nos hablan de la esencia de las situaciones importantes de la vida.
Ciertamente, la forma más parecida a las siluetas del bosque es el lenguaje abstracto y, por ello, Gabriela replicó esa pureza formal de los contornos biomórficos y arbóreos en sus lienzos, añadiendo los estragos espirituales que permanecen tras un trance. Sus creaciones son una suerte de caligrafías que narran historias humanas a través de trayectorias vegetales. Para ella, las estelas de la naturaleza lo guardan todo y deben de ser interpretadas poco a poco. Tela tras tela. Las ramificaciones, a veces verdes, otras cafés, toman sentido en el encausto y en el grafito, y nos transmiten un mensaje de sutiles variaciones que solo se pueden percibir con el paso del tiempo.
La abstracción orgánica de Gabriela parte entonces de figuras de los campos…de la fisonomía botánica contenida en hojas y ramajes. Pero en especial, de su sustancia primigenia asociando así los trazos con los retoños y las líneas con los tallos. A la creadora le interesa destacar el dinamismo de la naturaleza que se extiende y repercute en el ámbito antropológico de una manera inexorable. Por lo tanto, un paraje repleto de esbeltos cuerpos leñosos verticales, desérticos o quizás llenos de verdor, sosteniendo y soltando entre sus copas la resistencia por lo venidero y a sus pies aferrándose y liberándose por el pasado, nos dice la verdadera intención de la artista; hacernos reflexionar sobre la alteridad.
En definitiva, el trabajo de Gabriela, por un lado, exige una ardua contemplación e indagación por el valor estético y complejo de la naturaleza, y por el otro, una concientización por la otredad natural con sus ritmos, sus momentos y sus duraciones. Al ver su arte es posible respirar el gélido crujido de las delgadas ramas que se preservan y preparan, intactas, para la futura foliación y reverdecimiento, asimismo, apreciamos sus humedades, sus sequías, sus movimientos perennes e unidireccionales, de gestación, de renovación y de maduración. Los frutos de aquellos seres nacen en la plasticidad de la obra de la autora.
Adriana Cantoral




