Gabriela Sodi y la elevación de las formas abstractas

Dice Arthur Danto que “los objetos se hicieron cada vez menos reconocibles y acabaron desapareciendo por completo en el expresionismo abstracto" sin embargo, en la obra de Gabriela Sodi es posible palpar diversas formas, sombras y luces conformadas por un selecto colorido complementario. La artista, por medio de una técnica impecable, logra sobreponer volúmenes delicados para resaltar visualmente del lienzo las figuras y texturas.
Gabriela Sodi no tiene límites para la profundidad de los relieves. Ya sea una masa de dunas desérticas, un cúmulo de pañuelos arrugados, un conjunto de venas, una marea tranquila o lo que el espectador interprete, siempre habrá movimiento rítmico en todas las dimensiones del cuadro.
Otro aspecto de su obra, ha sido el sacar a flote los objetos como si apuntaran hacia afuera. Para Gabriela Sodi lo más importante es conseguir la ilusión óptica de que los objetos levitan sobre el lienzo. Asimismo, pone mucho empeño en el color, pues agota la gama de fríos partiendo de azules cerúleos, pasando por ultramarinos y cobaltos para llegar a los prusianos y morados. Y de repente algún otro tono apenas perceptible al ojo. Ella obedece a un tipo de abstraccionismo, pues se las ingenia con juegos visuales para meternos en sus pinceladas, que salen y regresan a la tela.
En el trabajo de Gabriela Sodi, es evidente el dominio de las geometrías superpuestas, del mismo modo, la contraposición de la razón con la emoción; la técnica artística con la forma estética. El arte de Sodi subraya el espesor translúcido u oscuro de la realidad. La luz en sus creaciones es similar a la de la tarde, natural y degradada. Sus formas son atemporales y universales, es decir, en distintas etapas de la Historia del Arte se han representado formas abstractas. A propósito, la siguiente frase de Baudrillard describe muy bien lo anterior: “Una imagen es justamente una abstracción del mundo, en dos dimensiones, es lo que le quita una dimensión al mundo real y, por eso mismo, inaugura el poder de la ilusión".
Gabriela Sodi pinta con una cadencia unísona y su aguda vista mantiene la misma tonalidad en la obra. Los grandes formatos permiten al espectador apreciar esta sinfonía visual aparentemente de partes iguales, congregando una pieza ondulante. No obstante, cada componente del cuadro se mueve por sí mismo. Cabe destacar que el abstraccionismo de Sodi es fundamentado en su talento y en estudios de Teoría del Arte, Estética, Filosofía de lo Bello, entre otros. El pincel de la creadora funge como una fina balsa que se sumerge en las entrañas del color, navegando por los matices hondos e intacta retorna a la superficie para develarnos un Arte óptico magistralmente logrado.
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Adriana Cantoral

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