Gaby Buenrostro
Published by Adriana Cantoral,
Los grises cíclicos de las obras de Gaby Buenrostro nos recuerdan a las distintas corrientes de la escuela de pintura asiática, en especial a la china, pues la artista tuvo la oportunidad de vivir un par de años en Singapur, y otros países de la región, lo que le permitió aprender algunas tradiciones pictóricas milenarias. Por eso en sus telas apreciamos luces pardas abstractas con cierta estética oriental, al igual que geometrías azarosas o textos escondidos detrás de escurrimientos. No se diga de lo eterno, lo que regresa a sí mismo, lo que vuelve a suceder; lo circular que está presente en sus lienzos. A veces se manifiesta abierto o cerrado, otras singular o plural, sin embargo siempre hace referencia a la fuerza espiritual, al vacío del alma, a la iluminación del intelecto y a la plenitud de las emociones. De tal modo, con oscuros, sepias, claros y neutros la autora trabaja la superficie del cuadro para marcarlo con un amplio trazo redondo, tal cual una corona de sombras abstraídas en armonía, una guirnalda negra que contrasta con el fondo. Asimismo, múltiples azules suceden entre lo abstruso dando pie a un cerúleo aro de trayectoria irregular… negros y blancos, acontecen, gotean y llueven sobre las ondas infinitas rojas.
Hay más colores en sus piezas, por ejemplo, ocres, verdes y morados, todos con un efecto visual mate que sublima los ritmos del trasfondo. Sin duda, Gaby es una labradora de la pintura, ya que la colma de tonalidades, veladuras, mezclas, relieves, texturas, así como de restos e indicios de círculos. Éstos últimos pueden hacer las veces de metáforas, tales como ruedas para avanzar, anillos para aceptar, rondas para alumbrar, astros para admirar, semillas para germinar la consciencia, misma que llora de conmoción en medio de los escurridos. Por lo tanto, su arte nos invita a la inmanencia, a la contemplación, a una exploración interna, a una introspección y reflexión cargada de destellos, luminiscencias, humedades, reflejos opacos y deslumbrantes, ambientes sombríos, apagados o nublados del alma, pero que guardan y mantienen la paz, la tranquilidad y la serenidad. Tras la incertidumbre, la bruma y lo impreciso que representa la artista, aparecen circunferencias de quietud, que ordenan sin alterar, que dan sentido a las líneas, otorgan voz a las palabras y encausan la gama de tonos que las rodean. Sus complejas atmósferas nos hacen recorrer cualesquiera rincones del espíritu, una y mil veces.
La belleza de lo imperfecto, la gestualidad abstracta, la paleta reducida, la fiereza expresiva, los velos de colores semi transparentes, la pureza de la abstracción, la sencillez de las composiciones, las improntas de la pintura, las vueltas de la vida y los contornos del ser en sus creaciones, nos retornan invariablemente al principio y al fin de la existencia.
Adriana Cantoral




