Gerardo Castro Obregón

La soltura de la palabra que fluye en el lápiz, cuál monólogo múltiple, va hilvanando y creando a los personajes que se despliegan por los lienzos. Es una suerte de escritura automática y pulsional que no repara en el razonamiento lógico. De ese modo torrencial, Gerardo Castro va conformando misteriosos seres en medio de composiciones abstractas. A veces las letras desaparecen parcialmente por entre la pintura, convirtiéndose así en gestualidades y texturas accidentales, mientras que otras delinean figuras visibles. Ciertamente, obedecen a un expresionismo abstracto, ya que ponen de relieve pensamientos, emociones y sentimientos subjetivos.

En cuanto a sus retratos, éstos representan todo aquello que sale del fondo de su inconsciente. Desde dolores añejos y viejos recuerdos hasta lo más grato y memorable del pasado. Cabe destacar que para el artista pintarlos implica, de alguna manera, exorcizar lo oculto y desagradable tanto de sus entrañas y corazón como de su mente y alma. Asimismo, sus colores más bien opacos u oscuros, los gestos reservados de sus caras y un tipo de antifaz rectangular que ilumina simbólicamente sus ojos describen a fuertes protagonistas que solo pueden ser y existir en las densidades de la psique humana.

Adriana Cantoral