Gerardo Noriega

Gerardo Noriega es un pescador. No del modo convencional, puesto que nada más necesita de su sensibilidad y su pasión por lo que encuentra en el mar. El escultor, en su pesca, recorre las playas vírgenes de Nayarit y Jalisco, principalmente, en busca de pedazos de maderas. El artista va hallando a su paso troncos de distintas especies que han arribado hasta las costas o muy cerca de ellas. Las ramas viajan lentas travesías para llegar ahí. Éstas han formado parte de frondosos árboles, han sido hogar de seres vivos, han estado en paisajes boscosos, campiranos, selváticos o desérticos, así como en manantiales, manglares y ríos lejanos que desembocan en aguas marítimas. Por lo tanto, se han limpiado y purificado en todo tipo de cauces y caudales. Han andado pacientemente en los fluidos de la madre tierra para renacer en el mar.
Gerardo, con sus manos y mirada, reconstruye nuevas vidas. Recolecta y selecciona ramas para formar corazones, centros vivos que para él simbolizan la salvación y concientización universales. Sus piezas poseen una estética sumamente estudiada y cuidada, del mismo modo, pretenden sanar y curar a quien las observa con detenimiento. El hecho de recabar cientos de fragmentos naturales que culminan en una sola obra nos habla de los centenares de historias que guardan cada uno de sus componentes. El objetivo de sus esculturas es el de comprender a profundidad que el mundo puede resurgir naturalmente de entre sus entrañas marinas y que con creatividad suficiente puede volver a la vida. El autor trabaja las venas del océano que continúan latiendo y palpitando con el ritmo de las olas y que salen a flote para ser reintegradas.
Adriana Cantoral