Héctor Pineda (Topolocko)
Published by Adriana Cantoral,
Héctor Pineda (Topolocko)
La tercia de ocurrencia, bruteza y fuerza expresionista erigen la obra de Topolocko. A partir de hondos imaginarios, el artista veracruzano, hace emerger con carbones, tintas, acuarelas, aerosoles, acrílicos y óleos, a entes que transitan entre ser personajes y objetos animados. Tal es el caso de sus manos y pies acompañados de ruedas, sus pezojos, sus peculiares animales ojones, así como sus retratos deformados y compuestos por varios ojos, narices y bocas. Sin duda, nuestro autor combina en la tela sus influencias cubistas, expresionistas y surrealistas junto con un toque personal de irrealidad, de factor sorpresa, a la vez que con la incorporación de diversos conceptos del dibujo.
Encima del lienzo, Topolocko libera un torrente de cierta ingenuidad acompañada de bastante tosquedad. La exaltación de las miradas, los rasgos afroamericanos, los ecos de las facciones olmecoides, la exageración de los sentidos de la cara, lo inesperado y precipitado de sus trazos, al igual que el histrionismo de sus protagonistas y la abundante gestualidad con la que son pintados, hacen de sus piezas un arte absolutamente gestual. Se trata de una gestualidad que despega en lo burdo y grotesco para aterrizar en lo ilustrativo o, más bien, en lo funámbulo. De tal modo, en sus cuadros el creador oscila entre seres desproporcionados e idearios llenos de realismos mágicos.
Asimismo, la sensualidad de sus ojos, bocas, narices, orejas y demás elementos faciales nos hablan de un erotismo expreso, casi vulgar. Éstos, deseosos de tacto, gusto, olfato, oído y vista se nos presentan excitados, exasperados, desposeídos, exaltados y enajenados. Topolocko los describe dinámicos, revueltos, desorganizados, como si contuvieran un exceso de pasión ávido de manifestarse. Esa bestialidad explícita, ese frenetismo urgente que habitan en sus rostros no dejan lugar alguno para el recato o el disimulo. Nos encontramos entonces, frente a frente con la insinuación más pura; cara a cara con la provocación más compleja. La seducción ha quedado muy atrás.
Las creaciones de Topolocko van desde formatos pequeños y medianos hasta tamaños extensos y monumentales. De ahí su pasión por el muralismo urbano y de interiores. Con todo, en cualquiera de sus presentaciones, hace hincapié en lo visceral y ruidoso de sus temáticas. Con sus líneas remarcadas constantemente. Con sus escenarios y paisajes ficticios. Con sus figuras gruesas y expresiones robustas. Con un dejo de sentimientos siniestros. Con unas oscuridades aterradoras, pero también con unas gamas armónicas. Con una imaginación privilegiada. Con lo opuesto a lo mesurado y silencioso. Con la relevancia pictorica en aquello que se nos muestra único, irrepetible y efímero. En definitiva, con un estilo psicótico, psicoactivo, psicológico y de consciencia alterada que nos grita en cada momento.
Adriana Cantoral




