Jessica Kinich

El impresionismo se distinguió por deformar la realidad dándole una interpretación subjetiva. Las estrictas proporciones de lo real, hasta entonces sostenidas por la Academia, dejaron de ser un eje central en la pintura. Si bien, el impresionismo surgió a partir del realismo y a su vez, se opuso al clasicismo. Por otro lado, la abundancia del color y la expresión libre de la observación del artista cobraron mayor importancia en este periodo. Embebida de ello, Jessica Kinich juega con la nitidez de las figuras, sin descuidar los volúmenes que más tarde conformarán una imagen completa. Sus temas nos hablan de lo natural y de lo femenino. Llaman la atención el cómo trabaja la mancha de principio a fin y las texturas que consigue en los fondos.
Sus telas, al carecer de un lenguaje formal y de la necesidad de imitar lo bello y lo verdadero, se diferencian por una espontaneidad imperfecta. Jessica pinta con libertad lo que ve y siente, sin imposiciones ni restricciones. Retrata el colorido vibrante que sucede en un momento del tiempo. El modo en que maneja la luz refleja la pureza de su paleta. Captura lo fugaz y lo efímero en sus escenas. El influjo impresionista de la autora se manifiesta en la alegría y emotividad que caracterizan sus creaciones. Las líneas inestables de sus trazos le permiten jugar con el espacio. Cabe destacar que recibió formación plástica en Ttamayo, así como en otros talleres de destacadas maestras como Blanca Martínez y en especial en la escuela Scottsdale Artist School en Arizona.
Las cualidades no objetivas del impresionismo, tales como novedosas atmósferas y composiciones, además de un manejo extraordinario de la luz estuvieron presentes en las piezas de Joaquín Sorolla, Edgar Degas y Mary Cassatt (algunos de sus pintores favoritos). Asimismo, la liberación del color por encima de todo lo vuelve poderoso y brillante. Y por otro lado, el límite de un cuadro terminado y un boceto a veces se vuelve imperceptible. Para Jessica Kinich lo más relevante a la hora de pintar es la percepción sensible y emotiva más que la reflexión especulativa o intelectual. Sus personajes se hallan en plenitud y armonía, no poseen ataduras que los opriman.
Jessica Kinich nos comparte su mirada, lo que observa en los seres naturales, ese dinamismo pasajero que solo puede detenerse entre el pincel y el óleo o el acrílico. Que solo ella sabe capturar, en su constante búsqueda para encontrar la perfección en los grandes maestros impresionistas, postimpresionistas y neoimpresionistas. Ha experimentado el lado figurativo y el abstracto encontrando mayor satisfacción pictórica en las formas y contornos. Las siluetas femeninas y animales la han ayudado a explorar las pinceladas sueltas y vivaces. Hay un goce estético en esas realidades.
Adriana Cantoral