Jessica Kinich
Published by Adriana Cantoral,
El impresionismo se distinguió por deformar la realidad
dándole una interpretación subjetiva. Las estrictas proporciones de lo real,
hasta entonces sostenidas por la Academia, dejaron de ser un eje central en la
pintura. Si bien, el impresionismo surgió a partir del realismo y a su vez, se
opuso al clasicismo. Por otro lado, la abundancia del color y la expresión
libre de la observación del artista cobraron mayor importancia en este periodo.
Embebida de ello, Jessica Kinich juega con la nitidez de las figuras, sin
descuidar los volúmenes que más tarde conformarán una imagen completa. Sus
temas nos hablan de lo natural y de lo femenino. Llaman la atención el cómo
trabaja la mancha de principio a fin y las texturas que consigue en los fondos.
Sus telas, al carecer de un lenguaje formal y de la
necesidad de imitar lo bello y lo verdadero, se diferencian por una
espontaneidad imperfecta. Jessica pinta con libertad lo que ve y siente, sin
imposiciones ni restricciones. Retrata el colorido vibrante que sucede en un
momento del tiempo. El modo en que maneja la luz refleja la pureza de su
paleta. Captura lo fugaz y lo efímero en sus escenas. El influjo impresionista
de la autora se manifiesta en la alegría y emotividad que caracterizan sus creaciones.
Las líneas inestables de sus trazos le permiten jugar con el espacio. Cabe
destacar que recibió formación plástica en Ttamayo, así como en otros talleres
de destacadas maestras como Blanca Martínez y en especial en la escuela
Scottsdale Artist School en Arizona.
Las cualidades no objetivas del impresionismo, tales como
novedosas atmósferas y composiciones, además de un manejo extraordinario de la
luz estuvieron presentes en las piezas de Joaquín Sorolla, Edgar Degas y Mary
Cassatt (algunos de sus pintores favoritos). Asimismo, la liberación del color por
encima de todo lo vuelve poderoso y brillante. Y por otro lado, el límite de un
cuadro terminado y un boceto a veces se vuelve imperceptible. Para Jessica
Kinich lo más relevante a la hora de pintar es la percepción sensible y emotiva
más que la reflexión especulativa o intelectual. Sus personajes se hallan en
plenitud y armonía, no poseen ataduras que los opriman.
Jessica Kinich nos comparte su mirada, lo que observa en
los seres naturales, ese dinamismo pasajero que solo puede detenerse entre el
pincel y el óleo o el acrílico. Que solo ella sabe capturar, en su constante búsqueda
para encontrar la perfección en los grandes maestros impresionistas,
postimpresionistas y neoimpresionistas. Ha experimentado el lado figurativo y
el abstracto encontrando mayor satisfacción pictórica en las formas y
contornos. Las siluetas femeninas y animales la han ayudado a explorar las
pinceladas sueltas y vivaces. Hay un goce estético en esas realidades.
Adriana Cantoral


