Jessica Miguel
Published by Adriana Cantoral,
El figurativismo de Jessica Miguel se detiene en cada una de las experiencias profundas de la existencia, tales como, el inicio de la vida y el sentido de ésta, por mencionar solo algunas. Asimismo, su obra se distingue por el uso de espátulas sobre la tela, colores y efectos arenosos, arte objeto y demás elementos cargados de significados metafóricos y explícitos. La manera en la que aborda la realidad, sin duda, está marcada por una profunda reflexión previa. Sus piezas son premeditadas, puesto que observa por un tiempo lo que va a llevar a sus lienzos, fotografías y esculturas. Por lo tanto, es una artista de tradición, a la vieja usanza, pero a la vez con una visión contemporánea.
En su serie de cascarones entreabiertos refleja la curiosidad por el nacimiento, por lo nuevo, por los cambios, así como el proceso natural de resurgimiento que experimenta cualquier persona. El huevo como el origen está íntimamente relacionado con sus gotas de agua que fungen como principios de la vitalidad y de los ciclos. Inclusive, las representa desde su interior para mostrarnos las entrañas del devenir diario. Sus desnudos, también se inscriben bajo esta línea. Nos hablan de la esencia de la feminidad con atributos de belleza, sutileza, sensualidad y complicidad. Llama la atención que sus personajes son abordados desde la inmanencia, es decir, a partir de perspectivas poco comunes que nos remiten a lo más hondo de su alma.
La infancia es otra temática presente en sus cuadros. Para ello, la pintora se centra en acontecimientos que definen al recién nacido, por ejemplo, la leche materna, el alimento, los chupones, las mamilas, los juguetes, la relación con su madre, la ternura y el afecto que recibe, etcétera. De igual forma, retrata las vivencias que no son agradables para los niños pequeños y, sin embargo, deben de soportarlas, tragarlas literalmente. Se trata de Sustitutos y valores de lo aprendido y poseído. Y en cuanto al deseo de poseer al otro, destacan sus esculturas oscuras en las que apreciamos a dos amantes enraizando su amor y cubriéndose con una gruesa corteza que les desdibuja el rostro. Aún más, sus jaulas y llaves bien podrían dialogar con ese discurso romántico, no obstante visto desde la libertad y la autonomía.
Es evidente que todas sus creaciones mantienen una dialéctica entre sí. Sus conceptos se corresponden los unos con los otros. Su figura humana, siempre desnuda, nos transmite las texturas de la piel, la calidez del abrazo y la invitación al tacto. Jessica se caracteriza por su versatilidad de técnicas y materiales, ya que lo mismo hace una instalación que un grabado. Entonces, su arte proviene de diversos motivos personales que buscan la respuesta en el exterior y, de paso nos sensibilizan.




