José Velázquez. Abstraccionismo poblano

La obra de José Velázquez es de carácter espacial, de factura matérica y rica en texturas. Sus atmósferas a veces son agrietadas y erosionadas, otras son planas y lisas. Los espacios son dinámicos, puesto que poseen múltiples aconteceres de materiales. Algunos de sus temas representan los ritmos acelerados urbanos, así como los constantes cambios de la ciudad. Por lo tanto, sus “lienzos" que suelen ser maderas o telas antiguas, se constituyen en base a composiciones heterogéneas. En ocasiones, nuestro autor intensifica ciertos contrastes y vibraciones colorísticas, a la vez que distorsiona las figuras de los objetos dejando de manifiesto las cualidades experimentales, lúdicas y creativas de la superficie pictórica. No en vano, considera a Antoni Tapies como uno de sus más grandes maestros de la pintura.
La obsesión por los relieves, al igual que los lugares sobrios, sólidos y densos dentro de sus cuadros, determina una buena parte de su producción artística. Además de pintor es restaurador, lo que le ha permitido yuxtaponer diversos elementos en una sola pieza a modo de unidad estética. Incluso, sus creaciones poseen irregularidades que nos parecen bellas, tales como, planos rasposos, rugosos e inacabados que nos hablan de un abstraccionismo puro, sediento de apropiarse de cualquier territorio espacial-material y que es concebido durante noches en vela. De tal suerte, algunos de los soportes que utiliza el artista son especies de muros, en mayor o menor medida desgastados, que se apropian de efectos cromáticos, mientras que otros se muestran de manera explícita o accidentada. Tal es el caso de su estudiada gama de blancos, ocres y rojos.
Cabe destacar que José Velázquez nos muestra su fascinación por el aspecto de la roca (o material) virgen intervenida, pero sin llegar a alterar su esencia. Es decir, nos hace evidente que el material pasó por un proceso artístico y, no obstante, conserva su naturaleza objetual. Esta dualidad o sinergia de componentes conforman un universo abstracto genuino cuyos únicos referentes son los materiales en sí mismos. Por ello, su paleta más auténtica es la que emula el mundo mineral, con sus grises y sepias, que nos relata la aparente neutralidad óptica, pero que, sin duda, a través de pinceladas y brochazos el resultado es una abstracción metafísica.
En definitiva, la dureza visual de la obra de José Velázquez radica en su gusto por los materiales inalterados, por ejemplo, una pared o una barda expuesta…o una puerta sin pintar, y que, después de una depuración formal - material y con ayuda de su imaginación e ingenio expresa aquello que lo convierte en Arte. Su trabajo tiene aproximaciones con la escultura bidimensional, puesto que representa un antes y un después de la materia.
Adriana Cantoral