Jussandra Travassos Ferreira
Published by Adriana Cantoral,
La alteración de la superficie recta es evidente en las abstracciones de Jussandra. De tal modo, sus esculturas rectangulares fungen como caprichosos pergaminos que se retraen, papiros que se resisten a extenderse, así como pliegos de papel coloridos que se arrugan. En ese sentido, sus obras son ricas en relieves y ritmos visuales. Nos muestran partes lisas y luminosas en contraste con dobleces ocultos y oscuros. Son manifestaciones plásticas de las reflexiones mismas de la vida, que nunca son lineales. Son expresiones materializadas de pensamientos no racionales ni consecutivos. Son también la representación de emociones y sentimientos que surgen de manera accidental o espontánea. Sin duda, por medio de sus pliegues, formas y líneas fragmentadas nos enseñan una metáfora sencilla y clara de las fluctuaciones del espíritu humano.
Por otro lado, en sus delgadas láminas de metal la artista rompe cualquier rastro geométrico, puesto que retrata la piel; con sus rugosidades, imperfecciones y accidentes. Asimismo, recrea los gestos abstractos, tanto del rostro como del cuerpo, con su fuerza expresiva natural y única. Por lo tanto, plasma en sus creaciones las posturas y movimientos de la carne de los seres vivos. Cabe destacar que esos dinamismos monocromáticos nos cautivan por sus tonos dorados, plateados, rojos, amarillos, magentas, blancos, negros, entre otros. De la misma manera, abstrae la esencia de un cuero replegado en sí mismo como si en algún momento hubiese envuelto o recubierto algo más. Tal cual una cáscara, corteza o escama secas.
Por último, el agua y lo orgánico son un motivo, una inspiración en su arte. De ese modo, vemos cómo fluye, escurre y ondula por el polímero trabajado. A la vez, cómo forma espirales asimétricas, remolinos tranquilos y mareas suaves con una cadencia armónica. En definitiva, cada revés, vuelta y curva nos invitan a imaginar listones que se trenzan, moños que se deshacen, banderas sacudidas por el viento, dulces celofanes ruidosos, elegantes vestidos de noche, telas tensas por uno o varios hilos, acordeones desbaratados, ligeros enredos o nudos, reptiles que avanzan, seres alargados, rayos de luz en la tormenta, olas de todos los mares, reflejos dinámicos, flamas que bailan, ramas torcidas, flores exóticas, caminos sinuosos y un sinfín de ejemplos más. Es innegable, por tanto, que su estética se basa en las formas de la naturaleza, la realidad cotidiana y la destreza manual. Sin más, su escultura es una bella correspondencia entre lo liso y la textura. Un hermoso diálogo constante de lo plano con el volumen.
Adriana Cantoral




