Lindsey Ariadne

El aire casual y espontáneo en las pinturas de Linsy nos permite conocer de cerca desde la simpatía de una mascota; con su pelo suelto y alborotado, así como su mirada tierna y la inocencia en sus ojos fijos, hasta retratos desenfadados de celebridades del espectáculo y de la cultura de masas. Asimismo, en sus cuadros resaltan las cabelleras abundantes y detalladas con cierto tipo de peinados. Para eso emplea una paleta que se inspira en el Pop Art y que dota a la obra de frescura por doquier. Nos atraen sus rostros pintados con esa particular desfachatez, colmados de contrastes. Sin pretensión alguna.
El influjo del diseño gráfico está presente en sus piezas, ya que las composiciones, el uso de los colores, las formas y figuras coinciden en una misma finalidad estética. Por ejemplo, sus felinos son trazados con una sola línea que da como resultado un dibujo gracioso y agradable, casi caricaturizado. Aunque no sea realista, no nos queda la menor duda de que se trata del rey de la selva. En general, sus telas tienden hacia el estampado llamativo y de esa manera, forman una imagen en la mente que capta la absoluta atención e impacta en nuestro ideario visual.
Sus abstracciones son tan libres como sus pinceladas. La artista simplemente suelta el brazo, se sumerge en la pintura y se deja llevar por las brochas y espátulas. En sus múltiples combinaciones y mezclas de tonalidades abstractas podemos encontrar toda suerte de paisajes, reales o ficticios, estados de ánimo y pensamientos. Tal parece que la autora hace confrontaciones y choques con diferentes coloridos por entre los lienzos y cualquier soporte que se le presente, desde bolsos femeninos hasta prendas de vestir. Por otro lado, la luz, entendida desde el blanco puro, desempeña un papel protagónico en su arte; lo constatamos en la piel de sus personajes, al igual que en el pelaje de sus animales.
La creadora, cuadro a cuadro, va llenando nuestro imaginario colectivo de visiones sencillas, pero impresionantes por varios motivos, entre ellos: sus grandes formatos, sus gestualidades incitadoras, sus expresiones cromáticas arriesgadas, sus extensos trazados, sus luces y sombras remarcadas, etcétera. Por lo tanto, en sus abstractos permea una blancura invasiva, etérea y cegadora, mientras que en sus figurativos hallamos seres icónicos y universales. Linsy nos atrapa en su pintura para más tarde liberarnos en su mundo multicolor.
Adriana Cantoral