Lorena Martin
Published by Adriana Cantoral,
Los hilos de Marte de Lorena Martin se mueven de forma expresionista, dirigiéndose por doquier, sobre abstracciones coloridas. Estos describen gestuales entramados de contrapuntos unidos en los que el punto de metal y la línea de algodón o sintética describen interesantes composiciones que parecen flotar encima de las pinceladas remotas. Llama la atención lo recto de sus trayectorias, tales como redes angulosas, mallas triangulares o tejidos del alma. Asimismo, entre sus temas destacan tanto seres místicos como paisajes naturales en medio de dinámicos tonos. Estas imágenes, aunque se representan abstractas, irradian una fuerza espiritual tan poderosa que hace que los delgados lazos se tensen de un lado a otro.
En ese sentido, la artista nos muestra, de manera contrastante, diversas texturas entre lo pintado y lo trazado, a la vez que entre el cuerpo y el espíritu, de un modo metafórico. Por lo tanto, sus pinturas nos conectan con la divinidad, con escenas bíblicas de la virgen María o de Jesucristo, con la música sutil de su esencia y los colores de su belleza. El hilo conductor de sus obras es entonces la manifestación de la realidad etérea por encima de este mundo y, tal cual una hilandera, va tejiendo lo sagrado con lo terreno, enlazando así la existencia humana con la de la deidad. De esa forma, vínculos del cielo y la tierra, al igual que nexos emocionales de cualquier tipo, están latentes en sus lienzos.
Evidentemente las relaciones sentimentales también están presentes en sus telas, con sus historias, luces, sombras y volúmenes. No se digan los rayones agudos y erráticos que dan carácter al cuadro, los dibujos de las constelaciones nocturnas, las conexiones neuronales o las espinas y fibras de maravillosas tonalidades que se enredan en la superficie de la pieza. Aún más, parajes repletos de trazos y árboles que van y vienen cambiando de color o pastizales secos en un dinamismo otoñal. Realmente sus hilos realzan en tres dimensiones una compleja narrativa visual. Es innegable que con la finura de los mismos la autora va entretejiendo relatos y vivencias personales. A través de las cuales cada uno de nosotros nos vamos conectando.
En definitiva, los filamentos que recorren su arte, ya sea de día o de noche, en el mar, la ciudad o el bosque, nos hablan desde su trama y urdimbre tanto emotiva como sensitiva. De tal suerte, la pintora va tocando distintas cuerdas pictóricas para recordarnos que el transcurso de la vida jamás es lineal ni se dirige hacia una sola dirección, pues el universo entero termina interrelacionándose en sus creaciones. El uno con el todo y el todo con el uno.
Adriana Cantoral




