Maite Fernández
Published by Adriana Cantoral,
Las abstracciones de Maite Fernández están marcadas por líneas expresivas, tal cual ventanas espirituales por donde se asoman distintas emociones, asimismo, su ser más puro. Se tratan de espacios meditativos en los que la autora plasma su mundo interior. Pinta y traza una y otra vez sobre el soporte repasando cada intuición que le va surgiendo de manera natural. Por ende, el lienzo es su medio de expresión más completo y veraz. Ahí dentro es ella misma con total franqueza. De esa forma, sus tonos blancos, como grandes muros pintados por la razón, se derriban y exponen su esencia de carácter pétreo y terroso, nos muestran sus grietas y fracturas acentuadas, como procesos de ruptura con las murallas del intelecto que dan paso a una conexión profunda con el alma.
De igual modo, sus paisajes marinos sintetizan el movimiento de los veleros, el agua, la arena y la espuma en armónica y apacible abstracción. No se diga de sus azules, grises y magentas que detallan su templanza, mientras que sus tensos rojos y naranjas describen su parte aguerrida y pasional. Incluso, ese contraste cromático se extiende hasta su espátula que combina ágilmente morados, turquesas, rosados, ocres y demás colores similares. Cabe destacar que cada tonalidad contiene significados personales, sensibilidad de su espíritu, estados de serenidad, presencia consigo misma, así como nuevas formas de autodescubrimiento y evolución. Aunado a ello, sus gestos son rectilíneos, ya que componen entramados geométricos, tajantes rectas, expresionistas cuadriculas e interesantes escurrimientos llenos de efusividad pictórica, aunque en ocasiones garigolea y circula sus cuadros con exaltados trazos que se inclinan hacia lo orgánico. Por otro lado, llama la atención cómo incorpora en sus obras materiales reutilizables como cartón, telas y objetos diversos, a la vez que una serie de texturas y relieves tanto rugosos, secos y opacos, como suaves, reflejantes y lisos.
Es innegable, entonces, que ese dinamismo abstracto, característico de sus piezas, surge de temas figurativos, tales como minimalistas bodegones de frutas o flores y representaciones de la figura humana tanto en pintura como en escultura. De hecho, varias veces sus propias manos han aportado una maravillosa gestualidad y dramatismo a los rostros y cuerpos de sus mujeres. Con todo, ella se considera una artista con un estilo muy propio y plural, evidentemente influida por su gran maestro Manel Pujol Baladas, a su vez, discípulo de grandiosos creadores como Pablo Picasso, Joan Miró y Salvador Dalí. Por lo tanto, en sus creaciones es posible distinguir influjos de abstraccionismo lírico, informalismo y expresionismo abstracto.
Adriana Cantoral






