Mariana Yáñez

Las fotografías documentales de Mariana Yáñez se narran tanto en primera persona como en tercera, puesto que en ellas se entrelazan y complementan las historias del yo, la fotógrafa, con las de ellos, los retratados. En ese sentido, su labor fotográfica trasciende el mero periodismo antropológico o social, volviéndose transpersonal, ya que realmente se adentra en la existencia, en la dinámica, de las personas, empatiza con sus costumbres, se maravilla con sus tradiciones y, por lo tanto, su cámara mira más allá del simple retrato para captar a fondo el alma de sus personajes. Inclusive, se retrata posando entre ellos de manera natural, amistosa, como una integrante más de la comunidad.

Entre los lugares que ha fotografiado sobresalen nuestro país y naciones de cada continente. De esa forma, detrás de cada instantánea apreciamos la candidez de los niños al orar, los textos sagrados revoloteando en la intemperie, los cantos a la divinidad en lo alto de las montañas, las atmósferas místicas de distintos templos, lo humano de los monjes y la religiosidad de los fieles. Asimismo, la vida cotidiana de las familias en diferentes partes del mundo, tal como, la convivencia dentro del hogar, las escenas domésticas, el claroscuro de los rostros, las sonrisas infantiles, el silencio de los pequeños ambientes íntimos en regiones apartadas e inhóspitas, así como el bullicio y la calidez de las zonas selváticas con exuberante vegetación.

Las celebraciones también son captadas por su lente. De ese modo, observamos los bailes coloridos, las elaboradas vestimentas, la alegría en los jolgorios, los cantos rituales, las emociones calladas, el generoso culto a los ancestros, el folklor en movimiento, las pieles pintadas de espíritu, la expresión de la feminidad en diversos atuendos y accesorios, a la vez que la sensibilidad masculina para con su linaje, descendencia y herencia cultural. De igual manera, nos deleitan en sus tomas los colores y texturas de la ropa, los armoniosos bordados, la voluptuosidad de los paisajes, la imponencia de los afluentes y, en especial, los gestos indígenas de cualquier sitio del planeta.

Sin duda, su arte se caracteriza por una mirada sincera, sensible, emotiva, respetuosa, próxima y empática para con los pueblos originarios, tanto con sus manifestaciones y expresiones culturales como con el medio que habitan. Sus imágenes, son entonces, una serie de bellos contrastes humanos, un conjunto de indescriptibles momentos del ser y un hermoso mosaico lleno de conexiones muy profundas con sus protagonistas, ya que la autora estrecha fuertes lazos con ellos durante todo el proceso fotográfico. Por ende, las barreras del lenguaje o socioculturales se rompen en el primer clic, en ese fragmento de la realidad que los hermana para siempre.
https://marianayanez.com/
Adriana Cantoral