Mauricio Suárez
Published by Adriana Cantoral,
Todos harapientos. Las tres caras tenían
extraordinaria seriedad, y los seis ojos
contemplaban fijamente…
Los ojos de los pobres
Charles Baudelaire
A Mauricio Suárez le inquieta la mirada a los ojos entendida como un acto antropológico. Le intriga el hecho de que en la ciudad la mayoría de las personas no observen los rostros de los demás transeúntes. Esa sutil angustia de las miradas perdidas, que generalmente provienen de los pobres, es lo que le motiva a retratar a aquellos vagabundos que va encontrando a su paso. Esos seres lo ven con sufrimiento, lo miran con incertidumbre, lo contemplan desde la inconsciencia o lo observan temerosos. El artista sabe que él no les es indiferente y por ello los pinta en el esplendor de su crudeza. Así tal cual son y están dispuestos sobre el asfalto…esperando cualquier mínimo vistazo o una actitud al menos de reojo, ya que se resisten a pasar desapercibidos.
Los mendigos yacen en las banquetas expuestos a su suerte y el pintor los interpreta como personajes sociales dignos de representarse pictóricamente. Porque hay una extensa estética en la indigencia que consiste en plasmar tanto la pobreza interna como la externa, así como la desconexión brutal que tienen estos seres con la realidad. El modo en que los dibuja el autor está muy influenciado por grandes maestros como José Clemente Orozco, Lucian Freud, Francis Bacon, Jean Michel Basquiat, entre otros. Asimismo, la pluralidad de la materia inunda sus telas y nos otorga una extensa gama de colores y tonalidades. En especial, cuando hace retratos en los que la carne humana es más que expresiva y los trazos más que gestuales. Inclusive, sus composiciones son bastante expresionistas, tanto en sus dibujos como en sus temáticas.
El carácter tosco, descuidado y oscuro de sus pinturas refleja lo que aprehende en el ámbito callejero. Mauricio Suárez es sumamente sensible al dolor y padecimiento que le transmite la gente de la calle. Sus pinceladas nerviosas y obsesivas lo reflejan a la perfección. Llaman la atención sus diestros usos de los blancos y los negros que dan como resultado imágenes bellas. Si bien, dentro de lo opaco de sus obras encontramos una fuerte carga emocional y sentimental que nos hacen ver con otros ojos a esos entes. Y justo eso es lo que buscan cuando nos ven caminar a prisa sobre el cemento sucio y polvoriento, ¡Que los volteemos a ver! Pero, nosotros nos seguimos de largo, con pasos ciegos, y de tal forma, nuestro creador se convierte en el testigo silencioso que capta ese clamor desesperado.
En resumen, Mauricio Suárez establece una dialéctica con quienes son ignorados en las urbes. Su arte incluye también desnudos de mujeres maduras que, de alguna manera, encarnan a aquellas que no son vistas con deseo sexual. Por lo tanto, el tema de la mirada es recurrente en sus piezas, aún más, cuando reproduce en el lienzo escenas del transporte público o lugares concurridos como restaurantes o bares en donde destaca la impersonalidad del ambiente, al igual que la falta de interés por el y lo otro. Sus líneas dramáticas y apasionadas nos lo revelan todo. Su trabajo no es comprensible para cualquiera.
Adriana Cantoral




