Miguel Ángel Díaz
Published by Adriana Cantoral,
Miguel Ángel Díaz
Los retratos de Miguel Ángel Díaz son figuraciones espontáneas de expresivos rostros masculinos, o partes de, que se pierden en el anonimato. Esos hombres que dibuja surgen de su prodigiosa imaginación y de referentes reales, de cualquier modo, con tenebrosos carboncillos traza una negrura vaporosa mezclada con una amplia gama de luces que le dan un dramatismo único a los rasgos faciales. Sus gestos duros, como de máscaras ennegrecidas, nos hablan de ánimos cenizos y grisáceos. Sin embargo, el polvo negro que los describe es de sobra dinámico, pues se mueve fácilmente por las más puras gestualidades humanas. De tal forma, miradas ausentes, muecas, caras propias de la locura, la inconsciencia, estados de consciencia alterados, exageraciones gestuales, lo desencajado, así como visajes en crudo pueblan su mente creativa de seres propios de circos del horror y carnavales umbríos.
Asimismo, influido por técnicas renacentistas, el artista retrata semblantes difuminados, inacabados, llenos de misterio. Al parecer, son atisbos o ensayos monocromáticos de personajes coloridos que se esconden tras caretas y velos invisibles ante nuestros ojos. Se diluyen y desvanecen en las tonalidades de su cuerpo, como si de alguna manera se les borrara o desprendiera el alma poco a poco. Precisamente, en su serie de animales incógnitos nos muestra a dichos entes en movimiento; desdibujados, desesperados, apresurados y galopantes hacia lo terrorífico de su mirada. Provienen del vacío de la oscuridad y se precipitan en la falsa luz, la de la incertidumbre. Quizás sean creaturas antropomorfas faltas de espíritu y, por ende, se encuentran atormentadas, perdidas y confundidas en el camino del más allá.
Además de lo sensitivo, espiritual y estético de sus composiciones figurativas, a la vez que su notoria eminencia en el dibujo, hay un correlato en sus abstracciones, pues el autor busca manifestar lo etéreo e intangible. En ese sentido, éstas representan una suerte de cicatrices o heridas abiertas que sangran en colores y texturas. Son armónicas, aunque el trazado violento sobre la lámina alude a lo agresivo, reprimido y transgredido del ser humano. Por otro lado, pueden interpretarse como transformaciones abstractas y profundas del alma a lo largo del espacio y en el transcurso del tiempo. Sin duda, su arte se inspira tanto en Goya, Goitia, Corzas, Herrán como en los expresionistas europeos y tantos más. De trasfondo permea en sus piezas la eterna dualidad entre la vida y la muerte.
Adriana Cantoral





