Miguel Cuauhtémoc. Entre la pintura y el pensamiento.


Según José Aja en su tesis doctoral “La corporalidad de la pintura" existe un cuerpo de la pintura en donde se unifica, por un lado, nuestra parte corporal, y por el otro, lo que la pintura representa en tanto imagen del cuerpo. Al parecer, el autor se inclina por el problema de la representación en el Arte y por la corporalidad que subyace en las obras después de la intervención del cuerpo. De manera paralela, podemos apreciar rastros de corporalidad (a través de las pinceladas) en las creaciones de Miguel Cuauhtémoc. El artista mantiene de forma latente tanto el aspecto visual como el plástico de sus cuadros. Al contemplarlos sentimos ese carácter corpóreo, más allá de la composición y de los colores.
El trabajo de Miguel Cuauhtémoc es una constante reflexión que se manifiesta a través de alusiones a culturas ancestrales y mesoamericanas, entre otras. Asimismo, sus imágenes parecen signos primigenios tanto en un sentido subjetivo como en uno objetivo. Sus telas poseen un vocabulario visual propio y una expresión del cuerpo que se aprecia en garabatos, marcas, trazos indescifrables y líneas que recorren trayectorias indescriptibles. A pesar de ello, sus personajes son inconfundibles, puesto que surgen desde el más profundo inconsciente del pintor. Estos emanan gestualidad, accidentes de la piel y del alma, pulsiones vitales y un sinfín de emociones.
El creador comulga con la idea de la transfiguración de la pintura, postulada en la primera mitad del siglo XX, cuya tesis consiste en abstraerla y a la vez corporeizarla por medio de la exaltación de su superficie. Esto quiere decir, la utilización de efectos ópticos como la desfiguración, la incorporación de herramientas y materiales inusuales y en especial, el uso de la fuerza física, emocional e intelectual sobre el soporte. Como si de una lucha contra la pintura se tratase, podemos afirmar entonces que Miguel Cuauhtémoc pelea cuerpo a cuerpo sobre el lienzo, y como consecuencia de ello observamos los movimientos vertiginosos de sus pinceles, los ritmos de sus contornos y las velocidades de sus siluetas.
El énfasis que hace en los ojos y en formas geométricas del cuerpo se debe a que antes de pintar, dibuja exhaustivamente y ejercita sus abstracciones para consumarlas en cada pieza. Ciertamente, hay un discurso común en toda su producción artística. Su abstraccionismo se caracteriza por restringir ciertos colores en su paleta, enfocarse en el dibujo puro que se acentúa una y otra vez hasta devenir en un elemento autónomo del cuadro, la búsqueda del gusto estético y por último, el impacto de diversos rasgos faciales un tanto implícitos, pero fuertes. Los rostros de Miguel Cuauhtémoc tienen algo de autorretratos, pero más bien de la sensibilidad corpórea de México; olores, sabores, texturas, coloridos, sonidos y tradiciones.
http://miguelcuauhtemoc.com/
Adriana Cantoral