Nadia Ibarra. Enamorada de la mar.

“¿La ola no tiene forma?
En un instante se esculpe
y en otro se desmorona
en la que emerge, redonda.
Su movimiento es su forma."

Octavio Paz, Frente al mar

La devoción por el mar está presente en las obras de Nadia Ibarra. Ella examina a la distancia, ya sea aérea o terrestre, sus infinitas y versátiles superficies. Su mirada recorre, cual gaviota, el festín de colores simultáneos que son propios del Caribe. Su sensibilidad marina le permite representar desde la espuma de las olas, sus movimientos y sus reflejos, hasta las formas del océano, su contacto con la tierra y el ímpetu de su dinamismo. Por ello, sus cuadros nos hablan de un organismo lleno de vida pintado con tonos blancos, ocres, grises, verdes, azules claros y oscuros, cerúleos, añiles, turquesas, índigos, ultramarinos y prusianos, tal cual se aprecian en la realidad. Al observar las telas de la pintora no nos queda la menor duda de que su embelesamiento por la mar está latente en cada pincelada.

Ella define su estilo como expresionista abstracto, sin embargo, logra captar en sus lienzos la esencia del piélago, tanto de sus sinuosidades como de sus islas, costas y playas. De tal modo, al ser una apasionada del velero y de otros deportes acuáticos ha sido capaz de palpar de cerca las texturas y los cromatismos caribeños. Si bien, sus aguas están en constante mezcolanza de matices y luces, pero a un ritmo pausado y sereno, lo que le permite, a la creadora ayudada por su imaginación, guardar en su memoria tan maravillosas visiones y hacer arte con ellas. Por otro lado, Nadia Ibarra contempla el mar desde lo alto, sobrevolándolo, no obstante, con sus pinceles y acrílicos consigue sumergirnos en su profunda belleza.

El resplandor de los azules, la humedad y las sales también están presentes en sus piezas, inclusive los sonidos del oleaje, puesto que la autora recurre a diversos materiales como arenas, minerales y conchas en sus composiciones. Entonces, el trabajo artístico de Nadia Ibarra está hecho para deleitarnos con los paisajes marinos, así como deslumbrarnos con sus abstracciones naturales y sus formaciones de agua y rocas. Su obra podría sintetizarse como una oceanografía poética y poseedora de una estética completa de armonía y de cadencias marítimas. Cabe destacar que no deja de lado el protagonismo de los seres geológicos y botánicos, ya que podemos apreciar en sus pinturas distintas siluetas de plantas y piedras.

Con todo, el incansable devenir del mar, el continuo acercarse y alejarse, el interrumpido volver sobre sí mismo una y otra vez y tantos aspectos más quedan manifiestos en sus cuadros. Pareciera que éstos son pintados con la mismísima agua salada. Por lo tanto, Nadia Ibarra es una descubridora de las escenografías que nos regala el océano en su inmensa vastedad, de sus cauces naturales y de su colorido fluctuante. Su trabajo pictórico es tan solo una aproximación de lo inconmensurable de su hermosura e imponencia. Aún le quedan tantos mares, lagos y lagunas por pintar y por enamorar.

Adriana Cantoral

El mar es
el Lucifer del azul.
El cielo caído
por querer ser la luz.

Federico García Lorca, Mar