Paloma Rocha

La propuesta artística de Paloma Rocha versa sobre la intimidad de su persona y, a la vez, acerca de lo más intrínseco que habita en el ser humano. Por ello, sus grandes formatos no son para apantallar, sino que se tratan de ejercicios inmanentes y reflexiones espirituales que fungen como medios materiales para entrever lo oculto de su personalidad. Y eso no significa que aludan a una parte negativa de su ser, por el contrario, la artista entra en contacto con su esencia más remota dejando de lado atributos superficiales como lo bueno o lo malo. Ella simplemente fluye con su pintura, al igual que el agua corre entre los acrílicos. En cada zona de color, la autora se va liberando de cargas ancestrales, como si las fuera exhalando a través de los pinceles.
En toda la extensión de la palabra, su obra nos demuestra la fuerza catártica y sanadora del arte. A lo largo y ancho de sus telas podemos observar el desarrollo de su psique, aspectos de su inconsciente y la configuración de su aura. En ese sentido, la pintora es una suerte de chamana que se cura a sí misma por medio de sus creaciones. Por lo tanto, en sus piezas queda manifiesta la magia verdadera, es decir, aquella que va de la mano con los sueños lúcidos y el complejo mundo onírico. El soñar, para la creadora, no es más que la posibilidad surreal de dominar la fantasía parcial o totalmente. En sus cuadros está latente lo que no es permanente, no obstante es mutable y transformable de forma infinita. Sus manchas, acaso, son fragmentos de lo que sueña y fantasea.
Aún más, los estados meditativos o subconscientes juegan un papel determinante en su discurso plástico. Por ende, su paleta se ilumina con ensoñaciones, presentimientos, intuiciones y revelaciones en un lenguaje abstracto, porque para Paloma la abstracción es la vía más diáfana y libre para llegar a la sabiduría milenaria. Cabe destacar que magas o hechiceras protagonizan esos trances entre las distintas dimensiones o diferentes planos de la existencia. Sin duda, al mirar sus cuadros notamos que la realidad física es muy limitada y cerrada en comparación con otras realidades inmateriales y no mundanas…y si es que estamos dispuestos a sentirlas, nos resultarán mucho más sutiles y profundas.
Asimismo, la representación del alma es preponderante en sus lienzos. Paloma la visualiza y simboliza desde el surrealismo de entes naturales como las mariposas. Su peculiar manera de aplicar los tonos blancos nos habla de la intervención lunar, en todas sus fases, así como de la energía vital que recorre el cuerpo. Inclusive, algunas de sus obras hacen referencia a los chakras, cuerpos sutiles y colores del aura de un modo sublimado, sin embargo, comprensible a cualquiera. De tal forma, se va autoconociendo pincelada a pincelada y, además de percibir sus emociones en su pureza, logra trascenderlas para acceder a lo más intacto de su interior. Definitivamente su arte proviene de sus entrañas intangibles, de su encuentro consigo misma y de una noción personal de lo etéreo.
Adriana Cantoral