Priscila Vergara. Océano de la memoria

Según Aristóteles, el primer grado del saber es la sensación. Esto quiere decir que el proceso cognoscitivo abarca desde la sensibilidad pura y empírica hasta la sabiduría abstracta y compleja que permite conocer los principios, las causas y los fundamentos de todo el ser. Por ello Priscila Vergara, tras haber experimentado ardua y pacientemente con sus sentidos los olores, los colores, las texturas y más de los materiales, nos muestra el segundo grado del saber según el Estagirita: la memoria. Y es a través de ésta, que la artista expande su experiencia para acceder al conocimiento perfecto y alquímico.
La pintora se apega al argumento aristotélico que afirma que lo sentido requiere unificarse en el intelecto por medio de la memoria, de tal modo, en sus lienzos vemos la conservación atemporal de las percepciones remotas…esas imágenes primigenias de la naturaleza marina que aparecen antiguas en la mente, pero más bien resultan anacrónicas y la creadora las evoca constantemente de distintas maneras. Por lo tanto, Océano de la memoria es el fruto de las remembranzas desde algún recoveco del mar y demás escenas costeras.
Hay muchas sensaciones, al igual que experiencias, plasmadas por sus telas. A veces Priscila juega con los pinceles de la reminiscencia, otras con la materia que conforma a los recuerdos. Su arte es el reflejo de su vida interior, de su fuerza creativa y de su sensualidad pictórica. La autora busca entre lo accidental y lo universal sus emociones y sentimientos dándoles la cualidad de infinitud. Ella se descubre tanto en la introspección como en la exploración, tanto en los sueños como en la realidad y tanto en la luz de la mirada como en la luz del mar. Poetisa nata, habla en un lenguaje expresivo, abstracto y cromático.
Océano de la memoria nos lleva a navegar por la imaginación, a traer al presente el pasado, a romper con el tiempo en un anacronismo del recuerdo y a recuperar la sustancia incorpórea de la que está hecha la memoria. Asimismo, nos hace reflexionar sobre lo que conocemos y lo que permanece en el misterio, aún más a preguntarnos a cerca de qué tan conscientes somos de lo que olvidamos o expulsamos de la memoria.
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Adriana Cantoral