Rafael Bustamante
Published by Adriana Cantoral,
El hilo como uno de los protagonistas estéticos en la obra de Rafael Bustamante nos va conduciendo por colores vivos y tonos neutros, a la vez que por luces y sombras contrastantes. Si bien, la tensión del mismo nos habla de una gestualidad tirante y rígida, pero también armónica y ordenada. Las trayectorias simples que va describiendo se van entrelazando las unas con otras hasta formar una melodía matemática de agudas cuerdas, un interesante tejido simplificado que se suspende en el aire. De tal modo, a través de sus relieves y trazados geométricos podemos apreciar estrellas fijas, búhos estilizados, barcos navegando o aeronaves planeando. Con todo, el conjunto de filamentos estirados, de extremo a extremo en el soporte, nos introduce en un imaginario, siempre dinámico, de delgadas líneas rectas y curvas, planos sobrepuestos y espacios que se intercalan entre sí.
No hay duda que para el autor en la abstracción más sencilla se esconde la belleza, tal cual en la inclinación del ángulo principal o sobresaliente de sus composiciones. Es por eso innegable el influjo arquitectónico de Barragán, Cetto, Legorreta, Attolini, O’Gorman, la Bauhaus, De Stijl, algunas vanguardias rusas y varios más en sus pinturas. En ellas, la geometría pura es absolutamente artística, en especial al momento de conjugar y combinar diversas perspectivas, proyecciones y figuras. De tal manera, sus piezas asimismo nos remiten a las obras plásticas de Goeritz, Gerzso, entre otros. Por lo tanto, en medio de paletas vibrantes, alucinantes, laberintos incognitos, ilusiones ópticas, formas prismáticas que aparecen sin razón, sombreados e iluminados alterados y segmentos fuera de lugar el artista crea una realidad perfecta, lúdica, mágica, fantástica, sin embargo, imposible. La va construyendo al mismo tiempo que deconstruyendo.
Por otro lado, el cinetismo inspirado en Cruz Diez, Sakai, Vasarely, Otero, Le Parc, Silva, Escobedo, Hersúa, y demás exponentes se refleja en sus cuadros de gran formato en los que por medio de rayas angostas y muy juntas representa la propagación del sonido que resulta molesto, no obstante, a la hora de plasmarlo en la tela se convierte en una bella y sutil onda acústica que nada tiene que ver con la sensación de ruido o estruendo. Cabe destacar que para el creador esa travesía y expansión orgánica por una serie de franjas abstractas móviles es una invitación para aislarnos y conectarnos con el silencio contemplativo de una obra de arte, así como para internarnos, con sigilo, en sus contornos sencillos, siluetas, patrones visuales, mezcla de tonalidades, texturas, al igual que en sus movimientos de líneas que suben y bajan, se abren y cierran y, se transforman y evolucionan en cualquier dimensión tanto espacial como temporal.
Adriana Cantoral





