Roberta Lobeira
Published by Adriana Cantoral,
Ilustradora, pintora, artista, pero sobre todo, creadora de personajes es Roby Lobeira. Ella es una autora que mezcla la parte animal y vegetal con la humana. Su estilo se enmarca entre el realismo mágico y el surrealismo, sin embargo, más allá de definirlo, vale la pena destacar tres constantes en su obra; la imaginación, la capacidad de asombro y la habilidad inquisitiva. Ejemplo de ello son los muebles antiguos de donde surgen llaves de agua, rostros sustituidos por flores, frutos, plantas y partes de animales, o aún más, caras en blanco, inconclusas, fragmentadas, zoomórficas o con rasgos de dibujos animados, vegetación, aves y otros animales saliendo por entre la piel y la ropa o convirtiéndose en brazos del cuerpo, pequeñas frases, protagonistas de películas animadas, fauna descontextualizada y múltiples elementos más dentro de sus composiciones.
Además de crear una densidad visual en sus piezas, integra, con sumo ingenio, reinterpretaciones del romanticismo (ya sea artístico o histórico) con íconos de la cultura pop, en especial de filmes para niños, y referentes de la moda. De tal modo, en un mismo cuadro apreciamos a Pocoyó o Lumiere, por mencionar solo unos, conviviendo junto a sensuales mujeres o héroes universales. Llama la atención que cada uno está en su mundo y por alguna fantástica razón coinciden en el imaginario de Roby. Quizás por el mero gusto de la combinación de contrastes tanto estéticos como ideológicos, o a lo mejor por cuestiones psicológicas o lúdicas. De cualquier manera, nos deja el planteamiento abierto para liberar a nuestra mente de lo cotidiano y predecible.
Sin duda, existe ingenuidad, fragilidad y vulnerabilidad en los pequeños animales que retrata, particularmente si se sitúan en medio de una sala oscura, elegante, solitaria y habitada por varias generaciones atrás, o aunque se encuentren dibujados al aire libre. De nuevo, nos preguntamos ¿Qué hacen ahí en un ambiente sórdido y solemne en el que el resto de los personajes no hacen más que actuar y fingir? Al parecer nada, no obstante sin su presencia la puesta en escena sería percibida como fría y clásica, acaso con un aire surrealista. Por ende, Roby plasma lo metafórico de esa ruptura con la realidad disimulada y de apariencias, sobra decir que sus trazos provienen de esa necesidad de romper con lo que se nos ha impuesto como real en una sociedad de falsedad.
En consecuencia, los atuendos y vestuarios del universo pictórico de Roby, pintados con lujo de detalle, resultan sofisticados y suntuosos, dispuestos en aquellos salones y cubriendo a seres que deben guardar la compostura, pero sorpresivamente son irrumpidos por entes ficticios y simpáticos que fracturan tanta presunción. Es probable que ese sea el mensaje de fondo de sus lienzos; la aparición repentina de lo fantasioso en un ámbito irreal y majestuoso. En otras palabras, en la vida requerimos de imprevistos surreales que nos permitan despejarnos de lo ilusorio y, que en este caso se materializan en alegorías circenses; disfraces, antifaces, máscaras, bufones, payasos, malabaristas, equilibristas, arlequines y cualesquiera atmósferas burlescas con un histrionismo en apogeo, tensiones eróticas, roles protagónicos bien definidos, entornos festivos, de celebración y mucho más.
Adriana Cantoral





