Rosa María García

Las obras de Rosa María García, cuyo pseudónimo es "AmaryYa", son pintadas con sus corazonadas, es decir, con sus más puros sentimientos. De esa manera, en sus cuadros simplemente externa lo que le dice su corazón. Por lo tanto, más que dominar alguna técnica o estilo, la artista busca expresar de modo sencillo y auténtico lo que sucede en su interior. Entre sus temas figurativos destacan la naturaleza nocturna, con la mágica luna de fondo y su espejo de mar. Bosques azules habitados por jacarandas. Auroras boreales de colores turquesas. Metáforas de un nuevo ser en el vientre materno. El milagro de la vida en todas sus formas y manifestaciones. La importancia de los valores universales. El amor como el pulso de la existencia. La belleza de los paisajes naturales. La fuerza vital de las personas y los animales. La divinidad en su máximo esplendor. Palmeras en morados surrealismos. La profundidad de una mirada. Los recuerdos de la infancia. Los lazos familiares, entre otros.

Sin duda, cada una de sus escenas pictóricas nos resultan sumamente inspiradoras. En ellas apreciamos cómo es una ferviente amante del creador del universo entero, una profunda admiradora de las relaciones humanas, a la vez que una mujer de alma sensible y con gran capacidad de asombro. Por supuesto que el ser humano es el eje fundamental de sus piezas, lo que le acontece, sus sueños, deseos, motivaciones, al mismo tiempo que sus pesares, congojas, sufrimientos y vulnerabilidades. En ese sentido, la persona, como concepción antropológica, es bella por el mero hecho de ser y así la retrata, en multitud de colores armónicos sobre fondos agradables. Al observarla plasmada es imposible no sentir movimientos en la consciencia y en la imaginación. Es innegable entonces, que su arte conmueve, conmociona y eleva el espíritu hacia un estado más amoroso.

Por otro lado, en sus abstracciones late una magnífica energía de color. Sus pinceladas son totalmente libres y en ocasiones marca con la palma de sus manos sus estados de ánimo y emociones. Los azules son una suave llovizna sobre sus telas, los lilas parecen una dulce brisa que las recorre, los esmeraldas se asemejan a curiosas plantas que se enraízan sobre ellas, los rosas son sus respectivos frutos floreciendo, los dorados destellan como luces divinas y los grises fungen como una tenue neblina que las acompaña. Asimismo, los trazos orgánicos, el flujo de la pintura, las aguadas, las veladuras, los efectos visuales, los difuminados, las siluetas de ciudades, las texturas y las pequeñas improntas brindan a sus creaciones un aire espiritual y de descubrimiento personal. Tal cual como si entre los diversos movimientos del pincel la autora se fuera encontrando a sí misma en lo más remoto del lienzo y, aún más, a través de sus composiciones líricas y apacibles nos invitara a conocerla más íntimamente.

Adriana Cantoral