Sandra Joy del Paso
Published by Adriana Cantoral,
Haces de luz y finas cuerdas de un instrumento lumínico aparecen en las obras de Sandra Joy del Paso. Lo natural, con sus filamentos, queda retratado una y otra vez. Luces y sombras no conocen más que la verticalidad y la fusión entre sí. Los sepias y tierras custodian las imágenes de la artista mostrándonos que los dinamismos naturales pueden ser captados con la más ágil sensibilidad. Algunos claroscuros se tornan horizontales o diagonales también, dejando entrever la rapidez de sus contornos y siluetas. Pero no todo sucede a la vez, ya que penumbras, resplandores y destellos se intercalan en sus variadas composiciones.
Los tonos otoñales y, en especial, los colores del aire, el agua, la luz, la tierra y la vegetación se mezclan los unos con los otros. De ese modo, apreciamos en sus piezas húmedos reflejos de soles encendidos, rayos luminosos, etéreos movimientos cafés, verdes, amarillos o azules y suelos en los que se resume la totalidad de la naturaleza. Un amanecer, un atardecer o un anochecer ocurren en pequeñísimos estanques y cascadas. Cada una de sus vibraciones es registrada por su lente inmóvil. Espejos líquidos al rojo vivo, llenos de texturas, figuras y relieves, en donde se fraguan ruidos de animales, árboles, troncos, follajes, ramas, hojas, frutos, semillas y cielos, eso es su arte.
Asimismo, con un expresionismo puro, Sandra plasma, cuales pinceladas abstractas, la esencia del paisaje reducido a sus más bellos componentes. Cabe destacar que las líneas son un elemento primordial en sus fotografías, ya que constantemente les da protagonismo, a veces muy marcado, otras no tanto. De cualquier manera, nada se queda estático en sus instantáneas, pues hay un vaivén perpetuo que permea y dirige la escena. Los trazos coloridos y las manchas parecen surgir de forma espontánea de su cámara, como si se tratase de un puntillismo o cubismo fotográficos. Es innegable que el ímpetu del campo y del bosque queda manifestado.
Y al final, la hojarasca espera paciente, como la fotógrafa, a atraer la nostalgia iluminada y el realismo oblicuo de ríos, lagos, ocasos y auroras. Es importante mencionar que Sandra controla las imágenes durante la toma, es decir, una vez que dispara ya no manipula lo captado, por ello, su labor fotográfica requiere de un arduo conocimiento y manejo de la cantidad de luminosidad, la exposición, la apertura del diafragma, entre otros recursos visuales. En pocas palabras, la autora funge como una artesana del cromatismo revelado, una mujer en busca de manantiales que cantan sueños, una hábil y perseverante caminante de la tierra, una maestra del claroscuro y, sobre todo, una visionaria de los elementos naturales y de la esencia orgánica del mundo.
Adriana Cantoral




