Sweet Art de Luis Tovar “Vampy”

Luis Tovar es un artista de la transformación que sufre la ciudad continuamente. En el marco de la globalización, las urbes se van organizando espacial y expansivamente de manera inestable e impredecible conformando así, un crecimiento metropolitano ilimitado con múltiples centros de poder. Bajo este esquema global, surgido en los años ochenta, la economía, el consumo y el entretenimiento tomaron un rumbo distinto. Del igual modo, el distanciamiento entre las élites y la lucha de clases adquirieron nuevas facetas de violencia.
Luis retrata las divisiones sociales, tales como la marginación, las barreras físicas, la privatización de zonas colectivas, la segmentación y alteración de espacios públicos, la sobrevivencia y la pobreza extrema. Cada una de ellas en escenarios “rositas" para amortiguar la crudeza y fatalidad que reflejan. Las obras del pintor plasman los territorios comunes donde los unos se confrontan con lo otro tras el anonimato. Por ejemplo, la población de los barrios bravos y periféricos que carecen de oportunidades de alejarse de su vecindario para conocer otras realidades y no quedarse sumidos en un pasivo asentamiento recurren a los medios y aparatos de comunicación digitales para encarar el mundo según su forma de entender.
La falta de sitios, en colonias populares, para encuentros sociales de todo tipo afecta a las personas, puesto que nulifica el contacto con la heterogeneidad cultural cerrándoles cualquier vía de recreación y distracción sanas. La agresividad que impera en el asfalto es traducida en los colores dulces y sutiles del autor. Asimismo, la resignificación de la banqueta o la acera como lugares propicios para la dura y álgida experiencia de lo mismo, en la que no hay intercambio con los extraños o los diferentes. Esto sucede principalmente en los cinturones de miseria, pero poco a poco se manifiesta por toda la metrópoli.
Luis capta los valores, la personalidad y los problemas citadinos, ya que es un buscador, un indagador y un investigador de las escenas callejeras. Esos conflictos que ha presenciado, a lo largo de los años en silencio, han madurado en su imaginación convirtiéndose en visiones creativas en las que hasta orinar en el piso o donde caiga, ya sea por necesidad o por exhibicionismo, se vuelve inocuo para los transeúntes. Por otro lado, sus personajes ficticios representan lo absurdo de la separación entre lo privado y lo público. Cabe destacar que con ingenio caricaturesco y burlón pinta paisajes irreales con protagonistas cargados de verdad, la verdad que halla en callejones y callejuelas.
Los cuadros de Luis expresan la acelerada urbanización, los malos tratos, el abuso y la crueldad que abundan en las calles…de la otra ciudad y de los otros ciudadanos.
Adriana Cantoral