Tere Casas
Published by Adriana Cantoral,
La sintaxis de la obra de Tere Casas enuncia una infinidad de discursos que resuenan por sus lienzos. Descifrarlos es quizás la labor del espectador, aunque las letras no conformen sintagmas, más bien éstas se agrupan bajo una semántica incomprensible para la razón. Por lo tanto, la artista va más allá del significado de la palabra y de sus componentes; la altera, la desarma y juega con los signos escritos. Su sintáctica pues, se basa en el abecedario latino, pero no se atiene a la gramática de un lenguaje específico. De tal manera, en sus telas apreciamos diversos cúmulos de grafías que nos hablan de ideas confusas, pensamientos densos, conceptos complejos o simplemente de un original pretexto gráfico para dotar a la pieza de textura y relieve.
Esa descontextualización del conjunto de letras respecto de cualquier idioma hace de sus pinturas un sistema de comunicación universal, a la vez que abierto a múltiples interpretaciones. La pintora articula, con sus pinceladas, ese lenguaje que es común a todos y que solo se entiende desde el ámbito artístico, en este caso plástico. Sus obras sintetizan, metafóricamente, una multitud de diálogos entre hablantes de distintas culturas, en especial de la mexicana y la estadounidense. Extiende un puente que comunica, de forma recíproca, la idiosincrasia de las dos. Su arte contribuye a una semiótica, una hermenéutica, que incluye mucho más que escritos y manifiestos, entre nuestra nación y el país vecino del norte.
Usos, costumbres, tradiciones e historias de ambos pueblos atraviesan libremente sus fronteras en las abstracciones de la autora, casi hasta desaparecerlas. Ese intercambio cultural queda expresado en la letra como abstracción misma. No obstante, también recurre a garabatos, caligrafías ilegibles, frases, y esténciles de figuras geométricas para plasmar el mismo mensaje; no existen barreras lingüísticas ni muros idiomáticos que no se puedan derribar con el lenguaje del ser. Sin duda, un estilo abstracto acompañado de diferentes capas de color y gestualidades expresionistas le permiten acentuar, aún más, dicha premisa de esperanza. Lo mexicano vive en lo norteamericano y viceversa.
Letras horizontales, verticales, desvanecidas, remarcadas, apretadas, sueltas, chuecas, alineadas… con un peculiar fonema que se escucha únicamente con la sensibilidad del alma. Asimismo, un excelso dominio del lenguaje abstracto, un magnífico manejo del color, textos en varios idiomas, collages de recortes de papeles y anuncios de otros lugares, remiendos, bordados y zonas de encausto con pintura nos dicen tanto sobre la migración y el ser ciudadanos del mundo. Aquel enriquecimiento cultural se hace explícito en sus trazos, tonalidades, elementos visuales, composiciones profundas y una estética que abarca un gran abanico de latitudes y por qué no una latente añoranza por la madre patria a la distancia.
Adriana Cantoral




