Tere Vásquez

El romanticismo innato de Tere Vásquez está presente en cada uno de sus besos. Éstos se tornan afectivos, tiernos o eróticos, según sea el caso, pero sin excepción conllevan una fuerte carga de sentimientos y emociones. Algunos de ellos proceden de labios coloridos, carnosos, sensuales, brillosos, con universos en la garganta, degustando golosinas, mostrando su húmeda lengua, provocando con un dedo, enseñando su oscuro silencio interior, adornados con joyas entre dientes o simplemente entreabiertos dejando escapar algún susurro o aliento, mientras que otros salen de bocas selladas e inmóviles. Al parecer, todos parten de una necesidad sensitiva y perceptiva que requiere ser comunicada hacia alguien más.
Tras el ósculo, viene la sonrisa, misma que está retratada, de forma insinuada, en sus obras. Es innegable que después del contacto entre los labios o la piel de otra persona surja una indescriptible sensación de placer y satisfacción. Por eso, la autora se basa en la máxima que reza "un beso dice más que mil palabras" y lo refleja en sus telas, así como en las miradas de sus mujeres que irradian esa complicidad y deleite que implica el acto de besar. La pintora plantea en sus composiciones qué es lo que precede y sigue en el besarse. Su paleta seductora nos invita a remembrar el primer beso de nuestras vidas, acaso el último. Asimismo, a recordar las palabras previas y posteriores a tan singular gesto de amor.
Sin embargo, no siempre una osculación se da por amor; hay unos que matan, que saben a despedida, que hieren, que excitan, que desconciertan…de tal manera, la artista se concentra en lo que les subyace, es decir, sus motivos, razones y pretextos. Un beso bien dado puede permanecer en la memoria la vida entera, a la vez que uno de desprecio. Hay labios que con solo verlos podemos imaginar cómo besan, cómo es su textura, su grosor y a qué saben. Los besos son poemas emanados de la boca de quien los da. Deseos carnales etéreos y efímeros que no somos capaces de atrapar ni de observar, salvo en los cuadros de la creadora donde nos transmiten una estética de incitación.
Por otro lado, Tere pinta a féminas que se fusionan con la naturaleza o emergen de ella, situadas en ambientes mágicos o fantásticos. Éstas poseen la sensibilidad y la belleza a flor de piel. Son mujeres empoderadas por su feminidad misma, por su delicadeza y vulnerabilidad, no obstante su fuerza intuitiva y habilidad creativa. De tal suerte, su propuesta artística nace de la esencia femenina; ya sea que se manifieste con muestras físicas a través de los labios, o bien, por medio de la expresión libre del espíritu de la mujer. En cualquiera de los dos casos, la sensualidad, el amor y la pasión se imponen como cualidades omnipresentes. Sus lienzos guardan esos secretos y muchos más.
Adriana Cantoral