Viviana Bitar
Published by Adriana Cantoral,
El carácter gestual, un tanto resquebrajado, accidentado, lleno de superficies irregulares, interrupciones visuales y memorias de viajes conforman la identidad expresionista abstracta en las obras de Viviana Bitar. De tal modo, texturas, relieves, toques personales y pequeñas cotidianeidades van pronunciando experiencias, vivencias y procesos interiores en sus lienzos. Por ejemplo, objetos de metal o madera en desuso y desgastados que se integran armónicamente a las composiciones, así como diversas capas de pintura. Sin duda, su buen gusto, su entendimiento del espacio y la técnica que desarrolla van acompañados de una libertad absoluta, una divertida experimentación, una espontaneidad lúdica, una atención en los detalles y una interpretación abierta de la realidad. Podríamos afirmar que la pintora indaga y explora, de manera natural, en las formas menores, sencillas y simples de la vida, pero repletas de carácter y personalidad que con la ayuda de sus espátulas, pinceles y brochas relucen su lado estético.
Ese automatismo, ese dejarse llevar y fluir junto con el óleo, acrílico, pigmentos, acuarela, temple, aceites, diluyentes, agua, papeles, gises y demás sustancias y elementos describen historias pasadas de impresiones fuertes en los tejidos de la tela. Se tratan de trazos vigorosos que recrudecen y relatan la brutalidad e intensidad de las emociones y los sentimientos. Asimismo, sus manchas deformes nos cuentan desgarramientos, aberturas, rasgaduras, rayaduras y arrancaduras de estados de ánimo. Claramente, leemos en sus cuadros una narrativa completa de poderosa depuración emocional, a la vez que un tratamiento esmerado, armónico y cuidado, es decir, una factura concentrada en la belleza, en la proporción de las partes y el balance del color. Por lo tanto, no se sienten abruptas sus creaciones, sino que más bien se perciben abundantes en purezas interiores, las cuales se materializan en elegantes guindas, suaves azules, claros blancos, distinguidos grises, cálidos verdes, vivaces rojos, profundos negros, clásicos ocres, antiguos terracotas, entre otros.
Al parecer, la artista busca la existencia misma en la fotografía, el diseño, la sensibilidad decorativa, el interiorismo y la arquitectura. Se inspira en artesanías de alta escuela, en enseres y figuras de antaño, en un sentido de refinamiento y en todo aquello que apunte a una abstracción sincera de la consciencia. Por ello, al contemplar sus obras hallamos improntas genuinas de su espíritu, tales como tensiones desiguales que recubren la piel discontinua de la pieza, escrituras caligráficas automáticas, dibujos minimalistas, improvisaciones cromáticas, asociaciones y contrastes de tonos, matices, luces, sombras, al igual que distintas gestualidades. En definitiva, Viviana se interna en la densidad de la pintura, en compañía de su alma, para mostrarnos esa complicidad pictórica.
Adriana Cantoral




