Las abstracciones de Wen Aguilar son simplificadas, como ciudades pintorescas que se animan por las vibraciones rojas, magentas y azules que emanan de las fachadas de sus casas y edificios. Su ser citadino se colorea en esa paleta cálida que nos recuerda a diferentes metrópolis alegres a la orilla del mar. En ese sentido, la artista se inspira en el paisaje urbano como en un escenario atractivo, lejano y lleno de tonalidades y geometrías. Asimismo, experimenta con trazos juguetones, relieves, consistencia de los materiales y superposición de capas. Por ello, sus composiciones son totalmente lúdicas, dinámicas y repletas de coloridos vivos, entre ellos: amarillos, lilas, rosas, terracotas, marinos, celestes, turquesas y blancos que, sin duda, se acompañan de la libertad de la espátula.

Por otro lado, la mancha, ya sea redonda o recta, se manifiesta expresivamente en sus telas. A veces siguiendo un mismo patrón y otras de manera aleatoria. De cualquier forma, el resultado estético de sobreponer distintos tonos de pintura crea una agradable armonía en la pieza en donde la integridad del manchado es más bien intacta. Pareciera que el cuadro es una sola textura abstracta conformada por cuadraturas o líneas orgánicas. Tal es el caso de sus flores, abundantes en movimientos rítmicos y cíclicos, aunque no necesariamente ordenados. Lo mismo con sus escenas primaverales, veraniegas y marinas en donde el arrebato vivaracho y el júbilo de colores sucede en su esplendor.

Adriana Cantoral