Yolanda López

Papeles en los que revolotean tipografías elegantes, separadores rojos, mobiliario fino, interiorismo de estilo antiguo, obras de arte, mujeres, desnudos, retratos, fotografías, ancestros y una serie de situaciones dignas de ensamblarse en un collage, tales como; brazos inesperados que obsequian flores o abren llaves, damas con cabelleras que brotan de su boca, utensilios femeninos magnificados, libros que danzan, objetos que se mueven con gracia, escenas surrealistas con múltiples personajes y siluetas, muebles de diseños variados, imágenes nostálgicas, hilos que atraviesan curiosa y secretamente las hojas, lugares oníricos, sitios místicos, escenarios simpáticos, así como espacios en blanco.

Hay un dinamismo característico en sus collages, una creatividad sorprendente y un imaginario inacabable que se manifiesta en habitaciones entre abandonadas, misteriosas y, a la vez, llenas de elementos simbólicos como relojes, lámparas, marcos, espejos, sillones, camas, entre otros. Quizás nos refieran a la soledad humana, a los sueños, o al mero juego de conceptos existenciales. Llama la atención el buen gusto de sus composiciones, al igual que el cuidado en el más mínimo detalle. Naturalezas alteradas, obsesión por ciertos objetos, entrelazamientos de reflexiones personales, pintura, dibujo, poemas…y tantas cosas más observamos en sus pequeñas páginas enlazadas.

Correlatos, abstracciones, realidades imposibles y tejidos delicados recorren sus piezas de alguna manera remendadas las unas con las otras. Un delgado cordón carmesí va entretejiendo corazones, hilvanando rostros, cosiendo fragmentos, zurciendo trazos y expresando la gestualidad característica de la costura. Asimismo, lazos carmínes se asoman por fuera y enredan por dentro de sus libros de arte que son más bien bitácoras personales, acordeones del alma, que entre vacíos de blancura describen notables anécdotas gráficas. Nuevamente, hebras rojas escurren por entre sus libretas, se arraigan en lo surreal, se enraízan en nuestro inconsciente o simplemente acentúan la materialidad del collage.

El mar, como una vasta hilaza azul. La expansión, el doblez y el grosor del papel. El contraste y el claroscuro. La luz y la sombra. La mirada fotográfica latente…sin duda, una larga lista de atributos en sus creaciones. La artista representa palabras y poesías visuales, formas pretéritas, pertenencias de su familia, cartas, remitentes, destinatarios, huellas y desgaste del tiempo, océanos, mapas, cartografías, ruinas, bellezas, humor, ironía aguda, fijación por lo numérico, secuencias matemáticas, puertas, ventanas, lo urbano, lo escrito, libros viejos…y la impronta de su ser ramificada en filamentos bermejos de vida.
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Adriana Cantoral