Zulma Vega

La obra de Zulma Vega se fundamenta en una base tanto psicológica como espiritual. En ese sentido, la artista, más allá del estilo o de la técnica, mediante la plástica expresa aquello que explique la realidad de su alma. No se trata de un arte curativo o sanador en sí mismo, más bien de una serie de procesos creativos y experimentales que describen una toma de consciencia personal que es común a cualquier persona. Por lo tanto, sus piezas, más que catárticas, nos invitan a preguntarnos sobre los sistemas familiares, asimismo, manifiestan indagaciones íntimas, sentimientos y pensamientos recónditos, dinamismos de la psique y, finalmente, respuestas frente a esas situaciones.

En sus pinturas, aborda diversas temáticas. Propone un enfoque propositivo frente a la adversidad, es decir, visualiza a los problemas y dificultades como oportunidades para aprender, crecer y madurar. La gratitud es otro de sus temas, al igual que el camino hacia la aceptación y la no dependencia, con el sufrimiento, las dudas y los temores que conlleva. Conceptos como adultez, infancia, maternidad y feminidad también están presentes en sus lienzos. Retrata el hecho de ser madre como un acontecimiento hermoso, amoroso e impactante, cargado de toda clase de emociones que van desde la felicidad hasta el rechazo. Del mismo modo, destaca que el cordón umbilical permanece, metafóricamente, como un lazo eterno entre la mamá y los descendientes.

Derivado de lo anterior, la pareja juega un papel fundamental en relación con los hijos, pues se trata de dos seres completos unidos, en amor, por un pequeño individuo, por el milagro de la vida. Precisamente, el ser mujer para la autora va más allá del acto de concebir, parir o criar, ya que la fémina toma su fuerza, capacidad e inspiración de sus antepasadas, abuelas, bisabuelas o tatarabuelas, y a lo largo de su existencia las despliega como habilidades de reinvención y evolución humanas. Sin embargo, aún hay disparidad respecto de ellas con los hombres y por eso las pinta sin voz, no cabe duda que todavía hay mucho que recorrer hacia la verdadera igualdad de género.

Por último, desde hace tiempo ha desarrollado una serie de personajes, hechos de arcilla, madera y resina, semi abstractos con máscaras. Esto tiene que ver con varias cuestiones. Por un lado, el esconder nuestra vulnerabilidad y fragilidad ante los demás, el no querer ser vistos ni mirados, el reprimirnos, el no permitirnos ser lo que somos, y por el otro, el negar nuestra identidad, el borrar nuestro rostro, el ocultar nuestro yo y nuestra personalidad. No obstante, debajo de esa pesada o aparentemente invisible capa nace el brillo, la luz y el propósito con el que fuimos llamados a ser en el mundo.
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Adriana Cantoral