Karla Riojas

Las obras de Karla Riojas nos transportan a los colores, formas, figuras, programas televisivos, caricaturas, música, videojuegos, modas e íconos de los años noventa, ya que en sus telas describe la ideología de una época que se caracterizó por el uso de celulares en blanco y negro, las conexiones a internet vía telefónica, las computadoras personales, los chats, los correos electrónicos, los reproductores de audio portátiles, los discos compactos, en definitiva, toda una revolución tecnológica al alcance de cualquiera. La publicidad, en general, también se volvió más cercana, más jovial y, por lo tanto, la juventud se manifestó, una vez más, en temas de libre expresión y sexualidad por medio de ropa extravagante, peinados excéntricos, colores llamativos y accesorios estrafalarios.

Asimismo, en los protagonistas de sus cuadros observamos historias personales, por ejemplo, en sus histriónicos arlequines la artista refleja su personalidad extrovertida y sumamente creativa. Aún más, ella misma se caracteriza en autorretratos rodeada de animales de poder, frutas prohibidas, flores en esplendor, simbolismos universales, filosofías milenarias, signos matemáticos, posturas sensuales y una serie de ornamentos antiguos fascinantes. Sin duda, sus composiciones figurativas se nutren de un ingenioso surrealismo, tal cual, en laberintos del tiempo que danzan en el espacio, chaquetas cargadas de poder visual con alusiones a Kandinsky, Miró, Dalí o Picasso, el imaginario de Tim Burton o Lewis Carroll, árboles de elementos orgánicos, ciclos vertiginosos, pinceladas dinámicas y parafernalias peculiares.

Realmente sus lienzos personifican su ideario fantástico, su biografía pintada a mano, en donde las ramas pueden ser azules, los troncos tener cerradura, las llaves abrir otras dimensiones, el cuerpo y el espíritu conectarse, los corazones florecer o flotar en el mar, las miradas escurrirse, los tableros de ajedrez deslizarse por la realidad, los trazos exaltar lo expresivo de las obras, lo corporal mostrarse tal cual, los seres ser solo quiméricos, los relatos surgir de lo metafísico, así como la rueda de la vida describirse con humor y ternura, el alma humana disfrazarse con total libertad y el espectador penetrar en lo onírico. Cabe destacar que en cada uno de ellos la belleza se manifiesta de manera natural, por ende, su arte palpita armónicamente entre la ficción, las sensaciones románticas, el realismo mágico y el mundo surrealista.

Adriana Cantoral